Sin apenas dejar tiempo a que terminara el Mutua Madrid Open, en la mañana del domingo daba el pistoletazo de salida el Masters 1000 de Roma. Lo hacía con la disputa de los últimos partidos de la fase previa -en la que logró el billete al cuadro principal Albert Montañés- así como de seis pertenecientes al main draw -donde Marcel Granollers se impuso a Davydenko-.

Hasta ocho serán en total los miembros de la Armada presentes en el Foro Itálico, con una ausencia que se viene repitiendo -excepción hecha del recién concluido Masters 1000 de Madrid- en eventos de esta categoría desde hace exactamente dos años. Se trata de Pere Riba Madrid, quien a sus 25 años ha tenido que volver a las instancias más bajas para poder jugar, conseguir puntos ATP y regresar a torneos realmente acordes a su categoría.

Pere fue el héroe en la conquista de la Davis Junior de 2004Pere Riba Madrid (7 de abril de 1988, Barcelona) era, y sigue siendo, una de las más firmes promesas del tenis español. Campeón de la Copa Davis Junior en Barcelona en 2004 -participó en los dos puntos del equipo español ante la República Checa- , su competición favorita y en la que aún no ha debutado a nivel profesional, alcanzó su mejor momento a partir de 2010. Lo que prometía tras ganar el extinto Challenger de Sevilla en los años 2008 y 2009 se confirmó en el posterior curso. Pere salió campeón a finales de marzo en Barletta (Italia), punta de lanza de una serie de resultados que la semana en que cumplía 22 años le catapultó al top100 por primera vez en su carrera.

La tendencia del catalán siguió siendo alcista, conquistando otros dos nuevos títulos: en el mes de junio cayó el Challenger de Bytom (Polonia) y a finales de noviembre conquistó el de Cancún. Terminaba el año rompiendo barreras, a las puertas del top70, y disfrutando en todo su esplendor del circuito ATP, debutando en tres de los cuatro Grand Slams o robando un set en Roland Garros a todo un excampeón del torneo como Juan Carlos Ferrero.

2011 era el momento de la confirmación total. Riba sufrió en los inicios, acusando el salto de nivel y la casi obligación para consolidarse entre los mejores del mundo de jugar en pistas rápidas, siendo un especialista total de arcilla. Precisamente la tierra batida llegó en su auxilio en la gira primaveral, donde fue capaz de batir a Golubev (40 ATP) o Dodig (43 ATP) y firmar grandes actuaciones ante tenistas de la talla de Tsonga o Dolgopolov. Alcanzó por aquel entonces su mejor puesto en la clasificación ATP (número 65 a mediados de mayo) pero ahí llegó su techo. La parte final del año dejó a un Pere exhausto, acusando los esfuerzos del año y la reaparición en el calendario de las superficies rápidas.

Una inoportuna lesión

La temporada de 2012 comenzó igual que la anterior, con las mismas dudas en suelos de cemento. Sin embargo, no fueron estas las peores noticias para el catalán, quien como si de una condena a prisión se tratase salía del top100 tras dos años y una semana de permanencia ininterrumpida en el mismo. Lo más negativo llegó cuando también en la temporada de tierra empezaron a acumularse derrotas, algunas muy sonadas como las sufridas ante Maceiras o Burzi, rivales muy inferiores. La causa de este bajón terminó siendo una lesión: Riba sufrió la rotura del labrum, un estabilizador de la cadera de vital importancia para el tenis, especialmente en los desplazamientos laterales y en el golpeo de la pelota. Esta circunstancia le obligó a parar y operarse, dando por terminada su termporada en el mes de abril.

Tras varios meses de trabajo en el gimnasio y alejado de las pistas, a finales de año empezó a entrenar con intensidad hasta que finalmente estuvo preparado para regresar al circuito. Fue en ese preciso instante cuando comprobó la terrible injusticia a la que se ven expuestos los tenistas cuando las circunstancias les alejan de las canchas. Especialmente a aquellos como Pere, que necesitan de la constante competición para lograr victorias y en consecuencia dinero, en un deporte del que se calcula que apenas los 200 primeros pueden vivir con comodidad, condenados el resto a épocas en que incluso, si los resultados no acompañan, seguir en el circuito les cuesta más de lo que ganan.

La inactividad le hizo hundirse en el rankingAl mirar la clasificación, el tenista de Barcelona se vio por debajo del puesto 600 a comienzos de año. De ese modo, tras más de nueve meses sin sumar puntos ATP, desaparecen las opciones de entrar en los torneos en que antes ganaba, viéndose condenado a la disputa de eventos menores en los que la superioridad del jugador es tal que el principal escollo es su cabeza. Tras pisar la hierba de Wimbledon, plantarse en segunda ronda del Open de Australia o pelear con todo un Juan Carlos Ferrero en Roland Garros, verse obligado a disputar previas de torneos Challenger menores o Future es un ejercicio de fortaleza mental con el que muchos no han podido.

Un regreso difícil

No es este el caso del luchador Pere Riba, quien ha aceptado con toda naturalidad su nueva situación. Tras hacer uso de la única salvaguardia con que cuentan los tenistas en su situación, el ranking protegido -les permite usar un ranking promedio calculado en base al que tuvieron durante los tres primeros meses de la lesión siempre que esta dure más de seis meses- en torneos como Viña del Mar o Salinas, el catalán se vio algo lejos de los mejores del circuito. De este modo, con su ranking actual -cercano al 1000 por el mes de marzo- fue recuperando sensaciones en eventos como el Challenger de Salinas -cayó en segunda ronda tras superar la previa- o Future europeos, alcanzando la final en el F6 de Croacia derrotado por Dominic Thiem (6-3, 3-6, 1-3 y retirada).

En las últimas semanas ha vuelto a pisar escenarios acordes a su nivelLa gira europea de tierra batida ha sido un pequeño bálsamo para Riba, quien pese a no conseguir aún resultados sí ha recuperado sensaciones, al dar la cara ante un buen terrícola como Hajek en la previa del Conde de Godó -invitado por la organización-, superar una ronda de la fase previa en el ATP 250 de Estoril -entró por ranking- y subir un par de escalones en Madrid. En la capital de España, nuevamente aprovechando una wild-card, se impuso a un durísimo Evgeny Donskoy estando a punto de meterse en el cuadro final de un Masters 1000 dos años después, sueño del que le apartó todo un habitual del top50 como Xavier Malisse.

Con la sonrisa recuperada, el catalán disputará a partir de este lunes otro evento menor, obligado por las citadas cortapisas de su actual clasificación, que engañosamente le sitúa como el 598º mejor tenista del planeta. Tirando de ranking protegido -es la tercera vez que lo hace tras Viña del Mar y Salinas, por lo que le quedarán cinco usos a gastar antes de la primera semana de noviembre- viaja al Challenger de Samarkand, en Uzbekistán. De este modo, mientras muchos de sus amigos del circuito estarán disfrutando del lujo del torneo de Roma, él tendrá que pelearse en un torneo que debería quedársele pequeño. Ellos viajarán en avión directo y se trasladarán entre tremendas medidas de seguridad y confort, y a Pere Riba le toca coger dos vuelos, hacerse tres horas en coche y viajar del hotel a las pistas... en esta furgoneta.



Como se puede comprobar en la imagen, obtenida de su Twitter personal, Pere Riba se lo toma con humor. El recuerdo de lo vivido, lejos de atormentarle, no es más que una motivación que le lleva a pelear por alcanzar de nuevo lo ya conseguido y, por qué no, crecer hasta un nivel incluso mayor del que en su día demostrase. A partir de este mismo lunes, debutando en la disciplina de dobles junto al donostiarra Guillermo Olaso con el objetivo de adquirir ritmo de competición, dará un paso más en su camino por regresar a la élite. Los resultados se podrán seguir en tiempo real en VAVEL a través de este enlace.

Foto 1: Marca.
Foto 2: Twitter personal de Pere Riba Madrid.