Esto es el premio a la perseverancia. La prueba de que el hombre se niega a dejar de ser leyenda. Son semifinales de Roland Garros y Rafael Nadal compite a tumba abierta con Novak Djokovic, el número uno del mundo y su rival más temible. Aquí no sólo cuentan los tiros, también las tripas y el deseo. Después de conceder dos 'breaks' de ventaja en el cuarto parcial, donde llega a servir (6-4, 3-6, 6-1 y 6-5) para cerrar el partido, el español se agarra a un imposible. Es 'Nole' quien palpa la victoria en el set definitivo (2-4) por fuerza y talento. Quien ruge tras demostrar que maneja hilos hasta en el infierno. Aunque no es suficiente. No ante Nadal, un Hércules de nuestro tiempo. Con una voluntad a prueba de bombas, el balear se agarra con uñas y dientes, remonta (6-4, 3-6, 6-1, 6-7(3) y 9-7) tras 4 horas y 37 minutos de cruel batalla y luchará el domingo por convertirse en el primer tenista en sumar ocho veces un Grand Slam. Sencillamente extraordinario.

La leyenda de Nadal se nutre de capítulos como el vivido en este encuentro. Poco importa que haya estado más de siete meses fuera del circuito por una rotura del ligamento rotuliano y una hoffitis en la rodilla izquierda. O que lleve más de once meses sin paladear el fuego a cinco mangas. El campeón de 11 grandes está en París, en su coliseo. Y está preparado. Lo sabe por el calor (27 grados), que acuna su liftado. Y por el eco de sus golpes, nuevamente poderosos. Como tantas veces, Nadal apuntala sus opciones por ritmo y erosión. Rompe de salida (4-3) y encierra a 'Nole' lejos de su atalaya en la línea de fondo. Pero no le basta. Djokovic es un competidor insaciable. Una fiera con múltiples garras. El balcánico recupera tres desventajas, una en la segunda manga (pasa del 3-2 al 3-6) y dos en la cuarta. Y alarga la duda al quinto parcial, como en aquella final del Abierto de Australia de 2012 donde salió campeón.

El duelo pasa de la tierra al aire. Y del aire a los corazones. “¡Força Rafa!”, ruge Tío Toni. “¡Idemo Novak!”, responde el banquillo del serbio. No hay ojos que no disfruten y sufran con el espectáculo. La red de la Philippe Chatrier separa a los dos mejores tenistas del momento. A dos guerreros con raqueta. Si es Nadal el que atiza con su derecha, Djokovic responde con restos teledirigidos. Si es el número uno del mundo el que ataca metido en la pista, entonces llega un contragolpe furibundo del manacorense, incansable. Tal es el carrusel de sensaciones que por momentos no existe predicción posible. Varias veces se ven ambos jugadores a un paso del triunfo y en todas colisionan con el orgullo y el hambre de sus oponentes. Dejando claro que están dos monstruos frente a frente.

Para cuando los puntos exigen sesos y piernas infinitas, es Nadal quien da un paso al frente. Djokovic toma la iniciativa en la quinta manga (0-2) desde el primer intercambio. Pero no es suficiente. Siempre nota el hálito del titán de la arcilla. Como en el octavo juego, donde protagoniza catástrofes con el 'smash' y accidentes en la red que devuelven las tablas (4-4). Así, a un paso de la gloria, el de Belgrado renuncia. Pesan tanto sus disparates (75 errores no forzados) como el empeño por rescatar bolas imposibles de Nadal, que cierra el encuentro con su defensa intacta. Presto para seguir corriendo los maratones que hagan falta.

Ya con la mente puesta en el domingo, donde espera el vencedor del Ferrer-Tsonga, Nadal buscará derribar varios diques de la historia de este deporte. Por un lado, conseguir su duodécimo Grand Slam y su octavo título en Roland Garros, una marca inédita en cualquier grande. Por otro, convertirse en el jugador con más triunfos individuales en el 'major' galo al estar en estos momentos empatado con 58 con Roger Federer, Nicola Pietrangeli y Guillermo Vilas. Son números de gigante. El éxito de un hombre que jamás dice basta.

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Sobre el autor
Adrián Peinado
Una alternativa al Periodismo de bar que colman la mayoría de los medios de comunicación de este país. Licenciado en Periodismo en la URJC en 2009 y en la agencia Europa Press desde ese año hasta finales de 2010.