Quince victorias en quince encuentros, ese es ni más ni menos que el balance de Rafael Nadal Parera en lo que a la temporada de pista dura se refiere. Su rodilla no falla, y su cabeza es su mejor aliada. 

John Isner sería su rival en la final, por segunda semana consecutiva el manacorí debía enfrentarse a un jugador local que luchaba por levantar el título ante su público, al igual que la semana pasada ante Milos Raonic en Canadá, Nadal se bastó para hacerse con un nuevo Masters 1000 que sumar a sus vitrinas en la que era su primera final en Cincinatti. Y ya van 26 torneos de estas características. Nadie le supera. 

La temporada de Nadal en pista dura está siendo perfecta y por ello muchos le señalan ya como favorito para ganar el US Open pero Nadal es cauteloso: "Esto lo único que quiere decir es que estoy jugando bien y espero poder seguir jugando bien en el Abierto de EE.UU. en una semana. Ese es mi objetivo. Voy a trabajar duro durante los primeros días para estar listo para este desafío. Es una sensación muy agradable llegar al Abierto de EE.UU. con dos victorias en dos torneos muy difíciles. Y es agradable llegar allí sabiendo que, si soy capaz de mantener una constancia, de seguir jugando así, con suerte, tengo la oportunidad de tener un buen resultado". 

Un rival de altura, un planteamiento variante

El manacorí tuvo que verse las caras con el que hoy por hoy es uno de los mejores sacadores del circuito, valga como muestra que el americano sólo haya visto su saque roto en dos juegos en todo el torneo. Nadal se adaptó, sacó conclusiones en cada punto y varió su planteamiento en función de lo que consideró necesario, apenas se equivocó. La madurez del balear no tiene techo, ni siquiera uno tan alto como Isner (2,08 metros de estatura). Los saques del "Gigante" daban miedo, el jugador americano abrió el encuentro sacando, perdió el primer punto y a partir de entonces sumó dos aces y dos restos forzados de Nadal que le adelantaban en el marcador. Era un aviso de lo que estaba por venir. El balear sin embargo no se precipitó, sabía que no podía fallar al servicio y no lo hizo (ninguno se rompió el saque en los casi 115 minutos que duró el encuentro). 

Nadal suma su vigésimo sexto Masters 1000 en su carrera

El primer set fue una muestra clara de que Isner está llamado a ser más que lo que su ranking ATP indica pero el americano tiene la extraña costumbre de crecerse ante los buenos jugadores y regalar encuentros ante rivales más pequeños. Por su estatura se le podría considerar hasta torpe, nada más lejos de la realidad, su envergadura no es excusa, el americano se mueve con gracia y posee una técnica depurada, ayer mostró un nivel altísimo, un nivel que de mantenerse partido a partido lo colocaría entre los mejores.

Nadal se sabía favorito pero la superioridad no llegaba, puntos memorables para uno y otro y siempre el mismo final, cada uno sumó todos y cada uno de los juegos al saque. El partido tenía que decidirse en los tie break, ahí Nadal fue superior en ambas mangas y se llevó la gloria de sumar uno de los pocos títulos que no adornaban sus vitrinas. Está en racha, se adapta al terreno y al rival, si Isner lograba aces desde la colocación y la potencia, el balear lo hacía desde la variación, el despiste y el engaño a un Isner al que tuvo descolocado durante muchas fases del partido, Nadal se volvió imprevisible, las bolas altas al revés del americano se mezclaban con paralelos imparables o algún passing shot inverosímil, Nadal no para