Quien más y quien menos, todo aficionado al deporte sabe que el maestro del tenis, Roger Federer, proviene de Suiza, y los más y mejor informados conocerán, más concretamente, que el posiblemente mejor jugador de la historia nació hace 32 años en Basilea. Pero tras lo visto esta noche en la Louis Armstrong, alguno pensará que es más correcto situarle en la pequeña villa gerundense de Hostalric, de donde realmente quien es natural es Tommy Robredo. Un Tommy Robredo que, tras un calvario de lesiones y operaciones, ve en 2013 el año de su regreso a lo más alto. Un regreso en que no le importa cargarse a quien quiera que se le ponga por delante.

Esta noche americana, madrugada española, el turno fue para el citado Federer. Con un estilo peculiar y similar al del suizo en la técnica, y dotado de unas piernas sobrehumanas, el tenista gerundense hizo uno de los mejores partidos de su carrera para imponerse al actual número 7 del ranking por 7-6(3), 6-3 y 6-4 en apenas 2 horas y 24 minutos en las que, si bien muchas veces se expuso al talento del helvético, demostró muchísima más constancia, tesón y regularidad que este, quien llegó a desesperarse por momentos incapaz de aguantar el ritmo que le exigió el bueno de Tommy.

Robredo tenía claro que sus opciones pasaban por atacar constantemente el revés de FedererEl partido ya comenzó pronto a contracorriente para Federer. Cedió su primer juego, cayendo en la trampa de un Robredo que sabía cómo jugarle: bolas con muchísimo peso y altura al revés. Especialmente fructífera esa táctica cuando el gerundense la ponía en práctica golpeando con su derecha, Fereder leyó enseguida la jugada. Logró salir de la escaramuza provocando los intercambios de revés a revés, batalla mucho más favorable a sus intereses que le permitió igualar la contienda en el cuarto juego, devolviendo la paridad al luminoso. Recuperado el break llegó un respiro para ambos, más seguros al saque durante unos juegos.

Ya sobrepasado el ecuador de la manga, Federer protagonizó el primero de los múltiples lapsus que iba a cometer durante todo el partido. Cedió su saque en el noveno juego, si bien restando para mantenerse con vida logró hacerlo, muestra inequívoca de su intermitencia. Sin mucha más opción para los restadores se llegó a la muerte súbita, en la que la calma y el sieso de Robredo se impusieron a la precipitación del suizo. Dos puntos en que este subió mal a la red dieron a Robredo, sublime en el arte del passing, dos minibreaks que no desaprovecharía, sellando con un ace la conquista por 7 a 3 del tie-break del primer parcial.

La clave: el suizo desperdició seis bolas de break en el segundo set y otras tantas en el terceroLa segunda manga empezó con dominio de Federer, que intentaba cambiar el panorama. Demasiado precipitado, intercalaba grandiosos golpes ganadores con errores de bulto, especialmente frecuentes en los momentos importantes. Justo en aquellos en que Robredo exageraba su nivel, circunstancias que unidas terminaron por hacer salir al español indemne de todas las situaciones comprometidas que vivió al inicio de la manga, donde salvó hasta cuatro pelotas de rotura. Harto de las oportunidades perdidas, en el octavo juego Federer cortocircuitó y, con hasta cuatro errores no forzados consecutivos, cedió su servicio en blanco dando a Tommy la oportunidad de sacar para ganar el set. Pese a ello pudo Roger recuperarse del error con un 15-40 a continuación, ni con esas fue capaz de aprovechar una sola pelota de break y terminó yéndose al vestuario con 2-0 abajo y muchísimo trabajo por hacer.

Al borde de la caída, Federer trató de aferrarse a su saque. Servicios en blanco y facturados con muy pocos apuros fueron la nota dominante en el inicio, repitiéndose la situación con Robredo al servicio. Nuevamente disfrutaba de bolas de rotura, pero su rendimiento en ellas fue paupérrimo. La imagen más repetida al resto fue la del centroeuropeo devolviendo largo con su derecha o al pasillo o contra la red cuando lo hacía con el revés. Así Tommy, no un excelso sacador pero sí un jugador inteligente como pocos, supo variar con muchísima frecuencia velocidades, efectos y direcciones para dificultarle aún más la tarea.

Alcanzado el siempre clave séptimo juego, llegó nuevamente un regalo de Federer, capaz hoy de lo mejor y de lo peor. Tras anotarse sin dificultad alguna tres juegos al servicio en lo que iba de parcial, repitió el error del set anterior: nuevo break en blanco. Pero si antes fue con golpes tímidos, esta vez tocó todo lo contrario. Harto de pelotear con el español, especialmente de encontrarse con su derecha, buscó resoluciones rápidas que no llegaron a buen puerto. Una dejada mal ejecutada, una bola cortada que no levantó y dos derechas que aterrizaron en el pasillo le pusieron contra las cuerdas.

El de Hostalric se colocará a una plaza de los 15 primeros del rankingY si Robredo no había mostrado el menor signo de nerviosismo hasta entonces, no era momento de hacerlo. Sirvió con acierto y se llevó el encuentro con un saque ganador a la T que no pudo devolver Federer, a la primera bola de partido de que dispuso. De este modo, accede por primera vez a los cuartos de final del US Open, donde espera el ganador del Nadal - Kohlschreiber. Con esta victoria el español se asegura además regresar al top20 al sumar al menos 360 puntos que le colocarán, a la conclusión del Grand Slam norteamericano, en la decimosexta plaza de la clasificación mundial.

Federer, por su parte, suma una nueva decepción a una temporada para olvidar. En sus peores guarismos desde 2002, último año en que no había disputado ninguna final de Grand Slam como ha sucedido en el presente 2013, se marchó de Flushing Meadows con el semblante más triste que se le recuerda. Posiblemente pensando en el 2/16 bolas de break convertido, estadística impropia que refleja el mal momento que vive, que la temporada termine lo antes posible es lo mejor que le puede pasar, para hacer borrón y cuenta nueva. Aún le queda tenis, pero hoy su cabeza fue la que le privó del éxito, y eso ya empieza a no ser noticia. 

Así vivimos el Robredo - Federer.

Ferrer, también en cuartos

Y si avanzó contra todo pronóstico Robredo, no fue menos David Ferrer. Aunque cause menos sorpresa siempre es meritoria su victoria, y más teniendo en cuenta las dudas sembradas en los torneos previos a la disputa del US Open. El tenista de Jávea derrotó una ronda antes que el año pasado al serbio Janko Tipsarevic por un apretado marcador de 7-6(2), 3-6, 7-5 y 7-6(3) tras 3 horas y 57 minutos de igualdad extrema.

El mal estado reciente del serbio no fue óbice para que plantase cara hasta las últimas consecuencias. El español salió mucho mejor y con una gran firmeza al saque, pero desperdició varias oportunidades de quebrar y afrontó una complicada situación con 5-4 abajo y 30-0 al resto. Sin embargo ahí sacó su mejor tenis, levantó por momentos a los aficionados de sus asientos y recuperó la desventaja, para alcanzar un tie-break donde fue superior de principio a fin.

Tantos o más altibajos hubo en la continuación, pero con diferente final. Esta vez empezó rompiendo Ferru (2-1 y servicio) para que le devolviera la moneda Janko a continuación y, más adelante, perder otro nuevo saque y entregar en bandeja de plata la igualada. Y nuevo cambio de escenario en el tercer set, donde se repitió el guión de la primera manga: rotura de Tipsa y, con 5-3, resurección del español que se anotó cuatro juegos consecutivos para quedarse a un set de los cuartos de final.

Para entonces, el público de la Grandstand ya había visto satisfecho el precio de su entrada. Larguísimos intercambios, juego colosal desde el fondo y aventuradas subidas a la red hacían las delicias de unos aficionados que parecían de Copa Davis, entregados a la causa ante dos luchadores como David y Janko. En este último set fue el de Jávea quien decidió llevar la iniciativa, cometiendo más errores pero también conectado más y mejores golpes ganadores, decidido a acabar con Tipsarevic en el cuerpo a cuerpo. Pudo, debió y mereció hacerlo antes, pero no fue hasta la muerte súbita cuando, como en el primer set, sacó lo mejor de sí y se hizo con la victoria. Ahora, espera al vencedor del Raonic - Gasquet a un paso de igualar su resultado de 2012, año en que alcanzó las semifinales cayendo en ellas ante Novak Djokovic.