Como un portento físico, incansable, con una fortaleza mental envidiable y una derecha de la que pocos pueden presumir. Así se puede definir a Rafael Nadal Parera (Manacor, España. 1986). También como a una leyenda que sigue forjándose, desde que levantara su primer Roland Garrros en 2005. El español, en boca de todos tras su estratosférico regreso, afronta la cita de Londres con el objetivo de convertirse en Maestro por primera vez. Tras una temporada de ensueño, y con el cetro mundial recuperado, la Copa de Maestros es la cita perfecta para poner el broche de oro a este 2013.

Hace meses que el calvario tocó fin. Las continuas renuncias desde aquella derrota ante Lukas Rosol en Wimbledon son parte del pasado. Como la gran decepción al no poder abanderar a España en los Juegos Olímpicos. El balear, apartado de las pistas durante siete meses, vuelve a ser el mismo. O mejor. Desde su vuelta a las pistas se vislumbra otra intención en su juego. Sigue peleando cada punto, pero ahora su derecha coge más galones. Su servicio parece renovado. La versión se asemeja a la de 2008 cuando Nadal, por primera vez, mostró todo su potencial.

Evolución de Nadal

El propio Federer comentó que el español sorprendió a todos demostrando que no solo era un especialista sobre la arcilla. Ahí, en la tierra, el español ha escrito gran parte de su historia. Desde Conquistó Roland Garros en su primera participación que sorprendiera al mundo en 2005 alzándose con su primer Roland Garros siendo un novato en el Grand Slam parisino, hasta el día de hoy, donde ya tiene ocho en sus vitrinas. Estos éxitos y otros tantos han convertido al de Manacor en el mejor tenista de la historia sobre arcilla, por encima del mismísimo Björn Borg.

Ese mismo año (2008), Nadal se arrojaba sobre la poca hierba que quedaba en la pista central del All England Club. Acababa de batir al más que probablemente mejor tenista de la historia: Roger Federer. Ese triunfo dio paso a una nueva etapa en la carrera de Nadal. Las camisetas de hombreras dieron paso a los polos, y a la manga corta. O lo que es lo mismo, ascendió al primer puesto del ranking ATP. Con 22 años y cinco Grand Slam bajo sus brazos cerró esa temporada.

La gente aguardaba con gran expectación el 2012 y es que, tras el 2010 que firmó el de Manacor, surgió el pensamiento de que los años pares traían alegrías. Tras un 2009 agridulce, donde Nadal conquistó su primer 'Major' sobre cemento (Abierto de Australia), pero cedió su hasta ahora único encuentro en Roland Garros (ante Robin Soderling), llegó el mejor curso de su carrera. Recuperó el número 1 (perdido a finales del 2009), y conquistó los tres últimos Grand Slam. La sensación de seguir dominando sobre el polvo de ladrillo, tocando además el cielo sobre el pasto y el cemento, acrecentó su superioridad en el circuito. No obstante, una nueva bestia se consagró ante sus ojos.

Y es que el 2011 fue el año de Novak Djokovic. El serbio terminó ese año con un balance de 70-6. Nadal, en esa vorágine de victorias del 'chacal', mantuvo su idilio con París, que no fue poco. La transformación del serbio ha provocado que, a día de hoy, el duelo más repetido (22-16 para el balear) de la 'Era Open' sea el que mide a estos dos tenistas. Llegó el 2012, y a pesar de la mejoría del español, el dominio seguía siendo del de Belgrado. Rafa despertó con la arcilla, y entonces llegó la derrota ante Rosol y los siete meses de parón ya mencionados.

Un regreso mágico

Las dudas sobre la forma de Nadal en su regreso a la competición (febrero de 2013) eran más que frecuentes. Tras su vuelta, estas incógnitas se disiparon por completo. Nueve meses después, acumula un balance de 71-6. Acumula un balance de 71-6 este año O lo que es lo mismo, diez títulos entre los cuales se encuentran cinco Masters 1000 y dos Grand Slam. Nadal dejó boquiabiertos a todos. Pero los resultados no fueron mera suerte. El español, aun con molestias tras su regreso, modificó su juego. Decidido a no alargar en exceso los puntos, mejoró el servicio y su juego desde el fondo de la pista. Su derecha, antes corta, saca ahora de la pista a sus rivales. Así, más de dos años después, el balear ha vuelto a ser el dominador del circuito.

Nadal, con todas las opciones

Amparado por todas estas circunstancias, llega Rafael Nadal a Londres. Nada hace dudar de que sea su momento. Pese la resurreción de Federer en este tramo final del año en Basilea y Paris-Bercy, Novak Djokovic y Juan Martín del Potrose postulan como los rivales a batir. También en la sombra se aguarda a Ferrer, reciente finalista en la capital francesa. Nadal, el único que domina a todos los presentes en el Torneo de Maestros en duelos precedentes, es sin duda uno de los principales favoritos. Pese a la adversidad de la superficie, y ante la creciente progresión de sus rivales, algo hace pensar que Nadal tiene todas las papeletas para poner el broche de oro a un 2013 de ensueño.