Roger Federer disfruta sobre la pista de tenis, y eso es noticia. No debería serlo para alguien que atesora tantos y tamaños records, unos más longevos y otros cuyo fin llegará más pronto que tarde, pero lo es. Porque durante 2013, las veces que se ha visto al maestro helvético sonreir sobre el tapete se cuentan con los dedos de una mano. Hoy, toca levantar uno más para añadir una muesca en el revólver de las alegrías, tras derrotar en los cuartos de final del Masters 1000 de París a Juan Martín del Potro, quien hace apenas cinco días le asestó un duro golpe en su casa, en Basilea. Hoy, el suizo se vengó: 6-3, 4-6 y 6-3.

"Ante Kohlschreiber volví a sentirme bien en la pista", declaraba ayer Federer tras derrotar al germano en tercera ronda. Y las buenas sensaciones de ese duelo no solo se refrendaron esta tarde, sino que se multiplicaron. Con su característico juego de piernas, ese que de forma tan silenciosa le permite deleitar con golpes solo a su alcance, comenzó el partido a todo trapo. Sun envíos de revés y de derecha volaban, con una profundidad, unos efectos y unos ángulos que rozaban la perfección. Tanto que, sin dejar abrir la boca a su oponente, se llevó el set de manera fulgurante: 6-3 en 31 minutos perdiendo solo dos puntos con su servicio.

En el segundo set Delpo volvió a empezar con problemas. Federer era capaz de ser ofensivo sin remisión pero también de leer con acierto las circunstancias del partido, jugando perfectamente a la contra cuando la situación lo requería. Pero nunca de una manera eminentemente defensiva, pues todos sus golpes rezumaban complicación para el tandilense. Envíos cortados, cambios de dirección y de altura componían la propuesta del expreso de Basilea, a la que con apuros se iba amoldando el argentino, quien una vez superó una bola de break en contra en el juego inicial encontró la estabilidad.

Pese a su superioridad, un despiste costó caro al suizoCon el cañón de Juan Martín entrando en calor, Federer tampoco pasaba apuros: dos juegos en blanco y otros dos facturados dejando a su adversario a 15. Pero en el momento más importante, cuando parecía totalmente infranqueable, el helvético tembló. Tenía todo a su favor al servicio, pero un pequeño lío le puso en aprietos, y tras salvar un primer punto de break y set en contra, cedió en el segundo enviando largo un drive. Marcador de 1-1 y vuelta a empezar. Injusticia tremenda para un Roger tremendamente superior, como refleja el hecho de que cediera el set firmando apenas un punto menos que su oponente.

Rutilante reacción para espantar fantasmas

Con todo por decidir, un Del Potro que venía jugando con cierto desdén y pareciendo cansado cobraba ventaja. No tanto en el juego como en el aspecto psicológico, pues la derrota en la segunda manga podía dejar tocado a Federer. Sin embargo los primeros juegos fueron de fogueo, con los sacadores sumando con calma, y esto permitió respirar hondo y contar hasta diez al de Basilea.

Más tranquilo, cuando se acercaba el ecuador del set Roger pisó el acelerador. Nuevamente volvieron, ahora desde el resto, los largos peloteos que atizaban las piernas del argentino, al borde de la extenuación bajo la bóveda del Palais Omnisport. La trampa de Federer enseguida surtió efecto, y las bolas cortadas y con efecto sacaron de quicio a un Del Potro precipitado, que cometió varios errores no forzados para hincar parcialmente la rodilla en forma de break.

No tardaría en llegar la reacción del propio Delpo, como en el juego anterior también a base de fallos de su rival, pero la nueva situación de igualdad que consiguió con el contrabreak fue un espejismo. Federer había puesto la directa y no se inmutó por perder la ventaja, pues aprovechando lo débil de los servicios de 'la torre de Tandil' sumó hasta tres juegos de manera consecutiva, dos de ellos al resto, para certificar su victoria. Así, accede a semifinales del torneo galo, donde se las verá con el serbio Novak Djokovic. Será el primer enfrentamiento entre ambos del año, lo que da una idea de lo pobre de la campaña del suizo. Pero mañana será diferente, porque al fin ha vuelto a sonreír.