Esta temporada 2013 no ha mostrado ni mucho menos su mejor imagen, pero aquí está una vez más Roger Federer. Y es que, tras un espectacular 2012 en el que consiguió recuperar su trono en Wimbledon, alzarse con la medalla de plata en los JJOO de Londres y superar en semanas a Pete Sampras como número 1 del mundo, su físico dijo basta.

El mago suizo comenzaba su temporada en el primer Grand Slam del año, el Abierto de Australia. Su tenis parecía llevar la misma tónica que en 2012, nadie le paraba los pies, y muchos ya le veían alzando la copa de campeón en las antípodas. Pero un enorme Andy Murray se interpuso en su camino hacia la final, tumbándole en cinco sets y dejando al suizo muy tocado por aquella dura derrota. Los problemas de espalda comenzaron a asomar nada más comenzar la temporada.

No se vio mucho más a Federer hasta el comienzo de la temporada de tierra batida. El suizo de desplazó directamente hasta Madrid para comenzar su preparación de Roland Garros. En Madrid denfendía el título que consiguió el año anterior en la polémica superficie azul del Mutua Madrid Open, pero no solo no pudo defenderlo sino que cayó en octavos de final ante Kei Nishikori. Mejor papel hizo en Roma, llegando a la final con un mejor nivel de tenis, pero sucumbiendo ante el español Rafael Nadal.

Desde el inicio del año, la espalda dio muchos problemas al helvéticoLa temporada de tierra culminaba en Roland Garros. En Francia Federer está acostumbrado a brillar, y este año quería repetir. Pero la suerte en 2013 no estaba del lado del suizo. En el segundo Grand Slam del curso no pudo más que llegar a cuartos de final, donde el francés Tsonga le ganaba en tres sets, dejando en evidencia los citados problemas lumbares que el de Basilea llevaba arrastrando desde comienzos del año.

Un buen descanso no le vino nada mal a Federer. Su época preferida del año había llegado y, con ella, su primer y de momento único título. La hierba es donde el suizo se maneja mejor y así lo demostró en Halle, donde suele ir para prepararse mejor Wimbledon. Allí lograba el de Basilea levantar al cielo su primer título del año y con él recuperaba mucha confianza ante la gran cita del año, su jardín, Wimbledon.

Sus problemas físicos parecían haber pasado a la historia y su confianza renacía por momentos. Una gran e impecable primera ronda hacía presagiar que Federer había vuelto con muchas ganas de triunfar. No era más que un reflejo, un oasis en el desierto, porque el suizo caía en segunda ronda ante el 116 del mundo, Sergiy Stakhovsky. La espalda volvía a ser la protagonista en la temporada de Federer. En el Us Open no hizo más que evidenciar sus contínuos problemas físicos, cayendo en octavos de final ante el español Tommy Robredo.

En las pistas cubiertas se ha acercado a su mejor versión

Federer por fin admitía sus problemas de espalda, dándose un descanso para recuperarse. Tras el receso llegó ATP 500 Basilea, donde empezó a mejorar su rendimiento. El suizo, que se deshizo de su entrenador Paul Annacone, recuperaba su nivel y, lo más importante, su confianza. No ganó el título en su casa, pero solo un fabuloso Del Potro consiguió frenarle.

Ya en París, la presión de certiticar el billete para Londres no pudo con él, y refrendó los resultados de Basilea. Avanzó rondas, se vengó de Delpo en cuartos de final y solo Novak Djokovic, en semifinales y en tres mangas, pudo detener su camino. En el mejor momento de un flojo año, la magia helvética estará presente por duodécima vez consecutiva en la Copa de Maestros. Su progresión no ha llegado al límite y Federer puede poner un buen broche a esta fatídica temporada.