Fernando Verdasco es aquel tenista que, en 2008, abrió portadas en España tras dar a los suyos, en Mar del Plata, el punto clave de la Copa Davis de 2008 ante el 'chucho' Acasuso. Y el mismo que, en un año fabuloso donde destacó su épico partido de semifinales en el Abierto de Australia ante Rafael Nadal, llego a clasificarse a final de año para la Copa de Maestros, donde pereció en la fase de grupos tras ganar sets a todos sus rivales, sin lograr terminar las tareas.

Desde entonces, poco o nada se ha sabido del zurdo madrileño. Poseedor de una de las mejores derechas del circuito, el desorden que acostumbra a desgobernar su cabeza ha venido jugando en contra del talentoso tenista, que por desgracia no ha sido capaz de volver a rendir a aquel nivel, salvo pequeños chispazos. Que tiene el nivel lo refrendan muchas de sus intermitentes victorias, como la de 2012 ante Nadal en el Masters 1000 de Madrid, o su gran actuación de este curso en Wimbledon, donde cayó en cuartos de final ante Andy Murray tras tenerle dominado por 2-0.

Es cierto que ha sufrido de muchos problemas físicos, pero no lo es menos que la clave de su bajo rendimiento es su temperamento. Incapaz de controlarse en los momentos calientes y de aguantar largos intercambios que tiene tenis de sobra para sostener, ha encontrado la calma donde menos la esperaba: en la disciplina de dobles. Con un gran saque, un fabuloso juego de fondo y más que aceptables reflejos en la media pista, lo que antes solo le servía para coger el ritmo necesario ha sido su válvula de escape.

Marrero, el apoyo que tanto tiempo llevaba buscando

Su pareja con David Marrero, con quien antes apenas jugaba eventualmente, se ha convertido en una de las más solidas del circuito. En 2012 descubrieron de lo que eran capaces juntos, pero las obligaciones de Verdasco, siempre más centrado en la disciplina individual, cercenaron las opciones de triunfar en mayor medida o alcanzar el Masters, pese a estar en la pelea para ello hasta la última semana. Aun así, fue suficiente con jugar 14 torneos juntos para levantar cuatro títulos y alcanzar una final.

Consciente de su alto nivel como dueto, 2013 fue la confirmación de lo que apuntaron el año anterior. Pese a que el año ha sido menos exitoso en lo que a conquistas se refiere -solo un título, el ATP 250 de San Petersburgo-, se han convertido en unos habituales de las últimas rondas. Finalistas en Shanghái, no se clasificaron para el Masters hasta el pasado miércoles de manera matemática, pero han pasado todo el año en los puestos de mérito de la Race. Y lo hicieron siendo, con 19 torneos, la tercera pareja de las clasificadas que menos jugó, y con más de 1000 puntos de margen sobre los primeros reservas: Max Mirnyi y Horia Tecau.

Marrero, tenista de origen canario y habitual doblista, ha encontrado el partner que no había tenido de manera estable prácticamente nunca. A cambio, pone la cabeza y el sieso. Es quien calma a Fer tras cada fallo, figura que al madrileño le falta cuando juega solo. Así, más centrado solo en jugar, saca lo mejor de sí. Y, zurdo él y diestro su compañero, aprovechan esa ventaja para cerrar mucho mejor la pista y limitar las posibilidades de sus rivales, la mayoría duetos diestros.

En su primera participación juntos en Londres, tratarán de derribar la puerta de entrada a lo grande. Calidad no les falta, y pese a ser terrícolas la pista dura bajo techo no se adapta mal a sus condiciones de jugadores potentes y capaces de intercambiar bolas a mucha velocidad. De momento, debutan el lunes contra Marcel Granollers y Marc López, a quienes siempre han derrotado hasta la fecha.