Novak Djokovic se ha coronado Maestro de 2013. Y lo ha hecho con todos los honores, firmando una actuación más que sobresaliente, endosando a Rafael Nadal un severo correctivo: 6-3 y 6-4. El marcador, que pudo ser incluso más abultado, es totalmente justo y revela la superioridad del serbio, que dio una lección de tenis al número 1 mundial, quien acabó el partido con apenas nueve golpes ganadores, más de la mitad en los cuatro últimos juegos del encuentro cuando ya lo tenía todo perdido.

Nole comenzó al máximo nivelEn el primer set pronto tomó el timón Novak Djokovic, dictando la pauta a seguir. El serbio, con calma y sieso, dominó de manera silenciosa tal y como le gusta. Bien plantado en la pista y sin que Nadal le consiguiera mover, hizo y deshizo a su antojo. Firmó 12 de los primeros 16 puntos en disputa y se sentó en la silla por delante, detalle de vital importancia en una batalla entre dos tenistas tan igualados, donde dar primero es siempre una garantía -los ocho duelos previos habían caído siempre en manos de quien se adjudicó el set inicial-.

Rafa trató de zafarse del dominio de Nole, pero no era capaz de quitarse por sí solo las ataduras. Con muchísimos nervios y facturando errores no forzados por doquier, no conseguía recortar distancias. Conseguir un winner era una auténtica quimera para el número 1 mundial, que solo seguía vivo porque Djokovic en los momentos más calientes perdonaba. Solo así pudo vivir su único momento de respiro del set al firmar su primer saque, romper a continuación y apretar hasta la llegada del 3-3, aún sin golpes ganadores en su haber.

Nadal no encontraba resquicios ya no para atacar, sino siquiera para atrincherarseSería este el único alivio de Nadal, que nuevamente volvió a caer presa de lo que hiciera el serbio. Otro parcial abrumador a su favor -13 puntos a 6- le otorgó el primer parcial. Logró un quiebre con un punto larguísimo que definió en la red como si de ping-pong se tratase, lo que le dio la confianza necesaria para no decaer en un juego vital al saque. Djokovic se sentía bien, se lucía y jugaba a su antojo con quien hace apenas unas semanas le arrebatara la condición de número 1. Hoy, o al menos eso parecía, iba a tocar revancha.

El segundo set no varió lo más mínimo. A Rafa parecía costarle un mundo mover la pelota, como si necesitase de un esfuerzo sobrehumano para golpear con profundidad y efecto. Y ni con esas, ni pegándole con toda el alma como reflejaban sus gritos desgarradores, conseguía darle un mínimo de aceleración a sus tiros, especialmente con su derecha. Y sin ese golpe, Nadal estaba muerto. Por contra, la facilidad de Nole para hacer cuanto quería, como quería y cuando quería rozaba lo insultante. Llegaba a todo, metía sus tiros con una profundidad envidiable y siempre, pasara lo que pasara, llevaba la iniciativa.

Rafa entre tanto se salvó como pudo de entregar el primer saque, pero era cuestión de tiempo y terminó yéndose nuevamente al descanso por detrás en el marcador (1-2). Las diferencias se magnificaban, y Djokovic no sufría lo más mínimo. Todo lo contrario, se asomaba feroz oliendo la sangre con ganas de terminar cuanto antes la batalla, pero ahí se encontró con lo único que tuvo hoy el español: sus agallas. Y estas son tan grandes que le llevaron a evitar el peligro varias ocasiones: en el séptimo juego (15-40 al saque) y en el noveno, donde salvó bola de partido en contra siendo valiente para certificar su saque, ¡milagro!, con un golpe ganador de derecha.

Rafa despertó en los últimos juegos, más agresivo, pero era tardePero todo seguía siendo, igual que antes, cuestión de tiempo. Djokovic no cerró antes por precipitarse más de la cuenta al resto y querer llevarse el encuentro con demasiada brillantez. Pero sabía que tenía la salvaguardia del saque. Tal era su seguridad que no tembló al ver cómo Rafa, que tiene vidas para parar un tren, se le puso 30-30 con dos grandes golpes ganadores. Ni siquiera cuando el manacorí recuperó una bola imposible para colocar un winner terrorífico salvando la segunda bola de partido, esta al resto. Porque si Rafa se salvaba a lo grande, más enorme aún era la respuesta de Nole. Primero con un ace y luego cerrando, a la tercera bola de partido, tras dejar inteligentemente la iniciativa a un Nadal que se había crecido, pero demasiado tarde, y terminaba con otro error.

Así, Djokovic pone un broche de oro a la temporada. Tras las dudas en el ecuador de la misma, acumulando medio año sin títulos, concluye 2013 a falta de la disputa de la final de la Davis -a la que llega como un 'tiro'- con 22 victorias consecutivas, demostrando su fortaleza física y sobre todo mental, sobreponiéndose a la pérdida del número 1 a manos del propio Nadal. El balear, por su parte, vuelve a quedarse por segunda vez a las puertas de la conquista de la Copa de Maestros, el trofeo de mayor postín que aún falta en su palmarés. Tocará volver a intentarlo en 2014.

Así vivimos el partido en directo.