Catorce. Esas eran las veces que, de manera consecutiva, David Ferrer había conseguido alcanzar en Grand Slam los octavos de final, ronda destinada a las dieciseis raquetas más acertadas. La cifra, más que destacable, se quedó esta noche obsoleta tras derrotar el de Jávea a Jeremy Chardy en su mejor partido hasta la fecha en la presente edición del Open de Australia, que le llevó a imponerse por 6-2, 7-6(3) y 6-2.

En las rondas previas, Ferru había sufrido más de la cuenta ante Alejandro González (74 del ranking ATP) y Adrian Mannarino (situado en el puesto 71), cediendo en hasta diez ocasiones -diez por partido- su saque, lo que dejaba dudas sobre su rendimiento y su futuro en la tierra de los canguros. Enfrente esta madrugada Chardy, cuartofinalista en 2013 y que amenzaba con castigar su falta de contundencia. Pero hoy no hubo ni rastro del pobre David de los partidos previos.

Comienzo fulgurante

David demostró desde el calentamiento que había preparado el partido a conciencia. No quería repetir el sufrimiento de tardes pasadas y salió decidido a ganar siendo valiente y atacando sin miedo al galo. Aferrado a un saque que por fin le respondió, su primera manga al servicio fue impoluta: solo seis puntos perdidos. Desde el resto, complementó a la perfección recordando que es uno de los mejores del mundo, si no el mejor, en esta tarea. Obligó siempre al galo a pegar un golpe más mientras su motor se iba encendiendo, y gracias a los errores ajenos (hasta 21 en este primer parcial) se anotó, con suma facilidad, el primer set.

El guion cambió en la continuación, con un Chardy más entonado y menos fallón, que se apuntó a la batalla. Tanto que consiguió mantener el set igualado hasta el octavo juego, donde quebró al español por primera -y a la postre única- vez en todo el encuentro. Sacaba entonces para ganar la manga y, cuando disfrutaba de un 40-0, todo cambió. Demasiado precipitado, cometió un par de errores en principio intrascendentes abriendo una pequeña rendija por la que apenas Ferrer y pocos jugadores más pueden colarse. El español lo hizo, le devolvió el break y caminó hacia la muerte súbita entre sobresaltos. Finalmente, y cinco bolas de set salvadas mediante -las tres citadas al resto y dos más con su servicio-, alcanzó el desempate, donde jugó con acierto con los nervios de un desquiciado Chardy.

El resultado de este segundo set, que aún pesaba en la mente del galo, ya determinó el resto del encuentro. Ferrer, pleno de confianza, se encargó en el tercer acto no solo de sellar su pase, sino de hacerlo con convicción en sus mejores minutos en el presente Open de Australia. 34 minutos en los que el español, con diez golpes ganadores y únicamente tres errores, no dio la más mínima opción recuperando además sensaciones al servicio, finalizando la contienda con un 71% de puntos ganados con primer saque y un destacable 70% con el segundo.

Mayer, próximo escollo

Ferrer, que defiende en este primer Grand Slam del año las semifinales alcanzadas en 2013, se las verá en octavos de final con Florian Mayer, verdugo de Jerzy Janowicz, en un adelanto de lo que podría ser la próxima eliminatoria de Copa Davis que enfrentará a Alemania y España en suelo teutón. Ambos se han visto las caras en siete ocasiones, con cuatro victorias para el actual número 3 del mundo y tres para el tenista de Bayreuth, que se adjudicó el último duelo entre ambos -Shanghái 2013- si bien cayó sin hacer un solo set en los dos enfrentamientos acontecidos en torneos al mejor de cinco mangas -US Open 2007 y US Open 2011-.