Eran las 19:30 de la tarde en Melbourne. Hacía un poco de viento, que complicaba el juego y el cielo estaba perfecto. Los dos tenistas saltaban a la pista con la intención de dar espectáculo, dar el máximo de sí e intentar alcanzar la penúltima ronda del primer Grand Slam de la temporada. El partido del año pasado se volvía a repetir, pero esta vez una ronda más que la edición anterior. Cuartos de final. Segundo cabeza de serie contra primero. Suiza contra Serbia. Las gradas llenas para ver un partico digno de los mejores del año.

Nole empezó con la bravura mostrada toda la semanaNovak Djokovic sabía que iba a ser un partido largo pero quería empezar fuerte para expresarle a Stanislas Wawrinka que no le iba a dejar pasar ni una. El serbio, muy fuerte con el servicio con un 70% de primeros servicios ganados, dificultaba que el suizo entrara en el juego. Wawrinka, frío en el inicio, cedió en dos ocasiones su servicio, momento que aprovechó el serbio para irse en el marcador y cerrarlo por 6-2. Se mostraba el helvético muy fallón tanto de derecha como de revés, sin encontrar la manera de hacerle daño a su rival. O cambiaba la situación o Djokovic iba a acabar el partido por la vía rápida.

Al principio de la segunda manga, Stan empezó a soltarse, entrando un par de metros dentro de la pista, y a dominar con su derecha. Mientras, Nole remaba de un lado a otro, y parecía que no encontraba la tecla para hacerle el daño que le había hecho en el primer parcial. El suizo aprovechó el bajo rendimiento que estaba ofreciendo su rival con el servicio, claramente de más a menos, para rompérselo y así con su saque afianzar este segundo set, que caía de su lado por 6-4.

La conquista del segundo set dio alas al centroeuropeoSolo una hora y cuarto de partido. No parecía que fuera a alargarse como el del año pasado y más cuando, a las primeras de cambio, el suizo rompió hasta en dos ocasiones el saque de su rival para marcharse 5-1. No era un espejismo. Wawrinka estaba jugando un tenis de escuela: un revés digno de grabación, una derecha con una aceleración de vértigo y un movimiento de piernas realmente espectacular. Estaba noqueando al serbio. Nadie en la pista podía creer lo que estaba viendo. Novak deambulaba, sin saber cómo contrarrestar los golpes de Stanislas que parecían obuses. El tercer set acababa así con un 6-2 en el marcador, y Djokovic inmerso en un mar de dudas que hacía presagiar un cuarto set de infarto.

El chacal resurgió

Djokovic era una fiera con ganas de sacar las zarpas y dejar maltrecho a Wawrinka, que  por momentos parecía empezar a dudar un poco de sus posibilidades. No estaba igual de fino que en los dos sets anteriores. Pese a ello el serbio no conseguiría arrebatarle el servicio hasta el 4-3, cuando logró el ansiado break. En ese momento el  porcentaje de primeros servicios del suizo disminuyó considerablemente y, tras remontar un 40-0 en contra, la fiera estalló. Su grito de rabia contenida se escuchó en toda Melbourne. El serbio había vuelto de su letargo para llevar el partido a la quinta manga, mercer al 6-3 sellado a su favor con un juego de saque inmaculado para cerrar el cuarto parcial.

Se volvía a repetir la historia. Un año más, un quinto set sin tie-break. El año pasado 12-10 en este mismo escenario y 6-4 en el US Open, marcadores favorables ambos al actual número 2. ¿Qué depararía ahora este quinto set? Tras un par de juegos en que ambos jugadores mantenían su servicio sin apenas problemas, llegaba la primera situación crítica para el suizo: perdía su saque y colocaba al serbio con 2-1 y servicio para intentar cerrar cuanto antes el partido.

Djokovic desperdició un comienzo de set favorablePero Stanislas sabía que iba a tener su oportunidad. Y efectivamente, acto seguido, en el siguiente juego, se produjo el contrabreak del suizo, para el. 2-2. No iba a ceder ya ninguno su servicio hasta el final del encuentro. Wawrinka, con molestias en sus piernas, restaba como podía los servicios de su rival, que bien aprovechaba las bolas a mitad de pista para cerrar por la vía rápida todos sus servicios y trasladar al otro lado de la pista toda la presión.

3-3, 4-4, 5-5... ambos jugadores mantenían su servicio sin apenas dificultades. Los saques directos volaban a la velocidad del sonido, por encima de los 200km/h. La tensión se acrecentó con el marcador empatado a seis juegos y 40-15 para el suizo, cuando empezó a llover. Se tenía entonces que detener el encuentro durante cinco minutos para que sequen la pista. Pese a ello se decide no cerrar el techo de la Rod Laver, porque la organización dice que es una nube pasajera.

Aciertan. Y tras la reanudación, el número 8 del mundo cierra su servicio con un nuevo saque directo. 7-6. 7-7. 8-7. Djokovic de nuevo al saque para mantenerse en el partido. Era ahora o nunca pensaba para sí el suizo. Y efectivamente; una bola que se le escapa por la lateral cerca de la red y una mal voleada tras un saque-red dan la victoria al suizo, que no se lo acababa de creer. Pletórico, acababa de vencer al tetracampeón de Australia, que pagó cara su manifiesta dificultad para jugar en la red, donde intentó salvar equivocadamente el encuentro.

Tras varios partidos contra Djokovic que acababan en un quinto set y decantándose hacia el lado del balcánico, el suizo venció. David hizo hincar la rodilla a Goliat. El tenis se lo debía tras su gran 2013. Suiza tiene un nuevo ídolo y se llama Stanislas Wawrinka. Ahora le espera en semifinales Tomas Berdych que venció en cuatro mangas al español David Ferrer. 

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Sobre el autor
Borja Benavent
Abogado, community manager, de vez en cuando, escribo de tenis y que además practica. El tenis por encima de cualquier tenista. ATP. WTA