Partido memorable el que se disputaba en el último turno de la Road Laver Arena. Cerca de 15.000 personas abarrotaron la pista central del Melbourne Park para deleitarse con una final anticipada. El público estaba ansioso por ver el enésimo enfrentamiento entre Rafael Nadal y Roger Federer.

Nadal llegaba a la semifinal con dudas en su mano izquierda. La herida que lleva arrastrando varios partidos le molestaba a la hora de sacar y perdía ese tacto que tiene cada tenista con su raqueta. Por juego, el balear llegaba impecable, en un estado de forma envidiable. Delante tenía al suizo Roger Federer, aquél tenista que durante la última década deleitaba a aficionados, entrenadores y jugadores con su juego. En este Open de Australia el de Basilea se había reencontrado con su mejor juego. Pasaba como una apisonadora por el azul de Melbourne. Hasta que se encontró con Rafael Nadal.

El partido empezó con turno de saque para Federer. Con tres grandes saques, el suizo se colocó rápidamente con un 40 a 0 a favor. Perdió el siguiente punto gracias a un passing shot increíble de Rafa, pero el suizo consiguió cerrar el primer turno de saque. Se colocaba por delante en el set. Sin apenas poner en apuros el saque de Roger, Nadal sacaba para igualar el set. Y lo hizo de manera plácida. Juego en blanco, eso sí, favorecido por los errores de Roger con el revés. 

Pasaba el set y los dos tenistas tenían muy claro cuál sería su estilo de juego. Por un lado Federer, que sabía que sus opciones de derrotar a Nadal pasaban por un juego agresivo, llevando al español al límite. Por otro lado Nadal, concienciado de que tenía que enviar bolas altas a Federer para buscar el error.

Se acercaba el final del set. Un set en el que el marcador siempre iba igualado, pero que sobre la pista sólo existía un jugador: Rafael Nadal. El tenista balear, fiel a su estilo, empezó a mover a Federer de un lado a otro. Cansancio excesivo en la primera manga por parte del helvético, que se veía superado por el número 1. Rafa se anotaba los puntos largos, los luchados. Y Federer se aprovechaba de algún error del balear. Las dudas en la cabeza de Federer no tardaron en llegar. Estaba tan desbordado que en las bolas claras para subir a la red y cerrar el punto, el suizo se quedaba atrás y Nadal lo aprovechaba.

Con las espadas en alto se llegó al tiebreak en el primer set. Aquí Nadal demostró una clase descomunal. Pronto se colocó Rafa con el desempate a favor.  5 a 1  y a seguir el mismo patrón de juego. Federer, asustado, consiguió maquillar el marcador del tiebreak (7-4) pero no pudo con un Nadal que estaba desplegando su mejor tenis del torneo.

Un huracán llamado Rafa

El segundo set siguió con la misma dinámica que el primero. Un Rafa Nadal espléndido, moviendo fácilmente a su rival y haciendo golpes dignos de un número uno. Y Federer, cada vez más dudoso, con muchos errores y entregando el arma

Cerró el primer turno de saque Nadal sin apenas dificultad. Pero saltaron las alarmas. El tenista balear llamó al fisioterapeuta para que le cambiaran el vendaje de su mano izquierda. Roger, que se disponía a sacar, veía cómo atendían a Nadal y, quizá, pensando en que podría verse favorecido. Pero ni mucho menos.

El suizo se veía sobrepasado por el español. Por su cabeza pasaban las más de 20 derrotas que tenía con Nadal. Roger se adjudicó su saque y empezó a gritar. Se quería motivar. Pero el chillido causó el efecto contrario y fue Nadal el que se vino arriba.

Federer seguía con la idea de ser agresivo, pero sus golpes se quedaban en la red. Algunos pasaban, pero se marchaban por detrás de la línea de fondo. Estaba jugando al límite. No conseguía desbordar al español. Un Nadal que encadenó un seguido de ángulos imposibles para desesperación del helvético. Roger consiguió salvar tres bolas de break en el cuarto juego, pero fue innecesario. Rafa estaba muy seguro al saque, al resto, con su derecha, con su revés... y consiguió el break en el siguiente turno de saque de Roger. Un break que consiguió aguantar hasta el final del set, parcial que cerró por un claro 6 a 3.

El set de la confirmación

Nadal afrontaba el último set relajado. Con dos sets a cero a favor (7-6/6-3) y un juego extraordinario, tenía al alcance de su mano la final del domingo. Si seguía al mismo nivel que a lo largo del partido, no tendría dificultades para derrotar a Federer. Y así fue.

El tercer set siguió la misma tónica que los dos primeros, con Rafa Nadal infinitamente superior a Roger Federer. El balear consiguió romper el saque del helvético en el tercer juego. Se le ponía todo de cara para Nadal. 1 a 2 y saque para confirmar la rotura, pero se relajó. Y eso Federer lo aprovechó. Contrabreak del helvético y set igualado a 2. Parecía que el ex número uno podría revertir la situación y llevar el partido a otro set, pero Nadal no se dejó sorprender.

Federer seguía intentando ser agresivo, intentaba ajustar las bolas a la línea, pero siempre se encontraba con un Nadal muy rápido de piernas. Al contrario que el suizo, que parecía no tener esa frescura y esa rapidez con la deslumbró en rondas anteriores. Ángulo por aquí, derecha ganadora por allá y 3 a 5 para Rafa.

El helvético no podía. Estaba alicaído, derrotado. No conseguía hacer daño al español. Y él, lo sabía. Por su cabeza no pasaba otra cosa que el final del partido. Y ese final llegó en el siguiente saque. Servía Federer para tener todavía opciones en el partido, pero ahí apareció Rafa, la bestia negra del helvético. El balear consiguió remontar un 40 a 15. A dos puntos de la clasificación. Nadal consiguió el match point, pero el suizo se arriesgó y consiguió salvarla. Pero en la siguiente bola fue imposible. Un banana shot impresionante de Nadal y un error de Roger pusieron punto y final al partido. Game, set and match, Nadal (7-6/6-3/6-3).

Con esta gran victoria, Rafa Nadal se cita el próximo domingo en la final del Open de Australia con Wawrinka, que derrotó en la jornada de ayer al checo Tomas Berdych (6-3/6-7/7-6/7-6). El español puede conseguir el decimocuarto Grand Slam de su carrera.

Fotos: ausopen.com.