Pese a que la primera toma de contacto entre Madrid F.C y F.C Barcelona se había dado en el mismo año de fundación del club blanco, no fue hasta la temporada 1915/16 cuando empezaron a trazarse, a todos los niveles, los primeros rasgos de la verdadera rivalidad entre F.C Barcelona y el por aquel entonces Madrid. F.C. Polémica arbitral, una lucha sin tregrua por la victoria, en la búsqueda de la final y una fricción que perduraría y crecería hasta el día de hoy. Aquí empezó todo.
Dado que el campeonato nacional de Liga no arrancaría hasta la campaña 1928/29 en España sólo se disputaban los campeonatos regionales, cuyos campeones adquirían el derecho a participar en el Campeonato de España (Copa del Rey). De la Copa de Andalucía, la Copa de Cataluña, el Campeonato Nacional Centro, el Campeonato de Galicia y el Campeonato del Norte, saldrían los cinco equipos que adquirían el derecho a participar en la competición. No obstante sólo tres de los cinco representantes (catalán, central y del norte) se inscribieron en la fase final del campeonato. El Athletic de Bilbao accedió de forma directa a la final, mientras Barcelona y Madrid se cruzaron, otra vez en la semifinal para tratar de hacerse con una plaza en el partido definitivo ante los vascos.
F.C Barcelona 1915/16 Madrid F.C 1915/16
El 26 de marzo en Barcelona se disputaría el primer envite entre los dos conjuntos, concretamente en el campo de la calle Muntaner que, curiosamente era territorio del Espanyol. La alineación inicial del equipo catalán estaba conformada por Aramburo, Reguera, S. Massana, Peris, A. Massana, Baonza, Vinyals, Bau, Martinez, Alcantara, Mallorqui. Por parte del Madrid saltaron al campo Teus, Erice, Irureta, E. Aranguren, R. Petit, Castell, Laserna, Gomar, Bernabeu, J. Petit, S. Aranguren. . Arbitraba el colegiado Aguirreche.
El partido se caracterizó por la gran dureza de uno y otro equipo, dejando más de lado un fútbol que no respondió a las expectativas. Consecuencia de la excesiva contundencia con la que se emplearon los futbolistas, el barcelonista Baonza resultó lesionado, sin posibilidad de abandonar el campo, ya que por aquel entonces las sutituciones no estaban permitidas. Empezaron atacando los madrileños con una superioridad manifiesta que no tardó en derivar en las primeras ocasiones blancas. Consecuencia de eso, Petit logró adelantar al conjunto visitante. El gol supuso un punto de inflexión en el partido y las tornas se intercambiaron. Los barcelonistas lograron empatar a través de Alcántara antes de la media parte. El tanto de Martinez estableció el 2-1 definitivo para los locales en un partido que estuvo cerca de acabar en empate tras el arreón final de los blancos.
El choque de vuelta se disputó el 2 de abril y, al igual que le sucediera al Barcelona, también el Madrid lo llevó a cabo en territorio 'enemigo', concretamente en el Parque O'Donell, propiedad del Atlético de Madrid, ante 10.000 espectadores. El pitido inicial tuvo que posponerse durante un cuarto de hora, ya que los jugadores del Barcelona, Massana y Viñals no pudieron llegar a tiempo al descarrilar el tren en el que viajaban. 15 minutos más tarde y resignados ya a las ausencias de sus dos jugadores, el Barcelona hubo de saltar al campo con 9 futbolistas hasta que, primero Costa y más adelante Bru se unieron a sus compañeros.
Si ya habían empezado mal las cosas para los catalanes, no acabaron mucho mejor pese al gol inicial que Martinez logró para ellos. El dominio del Madrid fue incontestable y los azulgrana sucumbieron ante la gran actuación del delantero merengue, Santiago Bernabéu, que años más tarde se convertiría en el presidente más destacado que recuerda la historia blanca. El de Almansa anotó un 'hat-trick' en aquel partido (el primer tanto de penalti), al que Petit le pondría la guinda, estableciendo el 4-1 definitivo.
2 batallas interminables
Por aquel entonces el 'goal-average' no existía, y habiéndose alzado con la victoria cada uno de los equipos en uno de los encuentros disputados, se hizo necesario un tercer choque de desempate, que debería jugarse en terreno neutral. Este fue el inicio de la demostración de poderío de dos enemigos inconmesurables, que no venderían su derrota a cualquier precio y que pugnarían por la victoria hasta el final, una igualdad que ha decantado la particular balanza entre los dos gigantes hacia uno y otro lado en las numerosas contiendas en que se han enfrentado a lo largo de la historia, manteniendo intacto el respeto mutuo entre ambos en cada uno de sus enfrentamientos, partidos siempre imprevisibles, siempre diferentes, únicos.
El tercer asalto volvió a disputarse en el Parque O'Donnell y su desarrollo volvió a evidenciar la fortaleza de dos iguales que empezaban a ser conscientes del equilibrio de cualidades que existía entre los dos. Fue, probablemente el partido más igualado de la eliminatoria, un choque al que tampoco le faltó de nada. El colegiado José Ángel Barrondo, exjugador del Madrid, decretó 3 penaltis en favor de los blancos, aunque en aquella ocasión, Santiago Bernabéu sólo fue capaz de materializar uno. Mediante una soberbia actuación, el guardameta culé llegó a despejar uno de los lanzamientos de pena máxima con la cabeza. Lo disputado de los primeros 45 minutos se reflejaba en un marcador que al descanso mostraba un empate a 2, con goles de Bernabéu (2) y un tanto en propia meta de Bru para el Madrid. Para los barcelonistas había anotado Alcántara por partida doble.
La reanudación ofreció más de lo mismo: futbol, igualdad y goles. Los 2 tantos del madridista Belaunde, así como los de Bau y Mallorquí para el Barça, pusieron la guinda a un partido de fútbol soberbio, que los contendientes se negaban a dar por concluido sin haber logrado alzarse con la victoria. La igualdad en el marcador al cumplirse el tiempo reglamentario obligó a prolongar esfuerzos en una prórroga que volvió a repetir, por tercera vez, el guión establecido. Dos nuevos goles de Bernabéu (uno de ellos de penalti) y los tantos de Alcántara y Martinez para el Barcelona, concluyeron también la prolongación en un empate a 6 que hacía necesario un segundo choque para desnivelar la eliminatoria.
Un jovencísimo Santiago Bernabéu
Esta se eternizaba y las fuerzas de ninguno de los dos parecían flaquear. La coridalidad del primer choque que había enfrentado a ambas entidades en la temporada 1901/02 quedaba ya muy lejos y el orgullo de dos clubes destinados a escribir, en letras de oro, la historia del fútbol español, empezaba a priorizar por encima de cualquier otro sentimiento. El 15 de abril de 1916 se libraría la batallal definitiva, un choque cuyo final resultó totalmente inesperado. Mismo escenario y mismo colegiado que enfrentó a ambos conjuntos tan sólo 2 días antes. El Barcelona lograba adelantarse por mediación de Martinez, que había tenido un destacado papel en el desarrollo de la eliminatoria pero los blancos no habían nadado en una travesía infinita para morir en la orilla y Santiago Bernabéu, que no sólo influiría en la historia madridista desde los despachos, sino también desde los terrenos de juego, estableció la igualada en el marcador en una posición muy discutida por los barcelonistas. No bajaron los brazos los culés y antes del descanso habían logrado adelantarse nuevamente, otra vez por mediación de Martinez.
La retirada del F.C Barcelona
Restaban sólo 5 minutos para la finalización de una eliminatoria que parecía llegar a su fin justo cuando los blancos logaron el tanto del empate por mediación de Zabala. Poco antes de que se cumpliesen los 90 minutos de tiempo reglamentario, nuevamente con la igualada en el marcador, el colegiado señaló un penalti
a favor del Madrid. El lanzamiento de Bernabéu fue rechazado por un soberbio Bru, uno de los grandes guardametas de la historia azulgrana, cuyo papel en aquella eliminatoria resultó determinante. Otra vez más se hacía necesaria la prórroga, en la que por fin se desequilibrarían las fuerzas, eso sí, con un sabor agridulce para ambos. Sotero Aranguren lograría marcar el 3-2 y el 4-2 para los blancos, dos goles más que discutidos por el rival. Los azulgrana consideraron que el primero de ellos se había logrado en posicion antireglamentaria, mientras que en el segundo existió falta sobre el portero barcelonista. No consideró lo mismo el colegiado de la contienda, propiciando la decisión que Santiago Massana, capitán del F.C Barcelona, adoptaría en el minuto 108 del encuentro. Massana ordenó a sus compañeros abandonar el terreno de juego ante lo que consideraron una actitud parcial del colegiado, Berraondo.
A su llegada a Barcelona, los jugadores culés fueron recibidos como campeones. La final en la que tan agónicamente se plantó el Madrid se disputaría, precisamente allí, en un territorio que mostró hacia los blancos una hostilidad palpable, consecuencia de lo que había acontecido en el último choque de la eterna semifinal.
Si la disputa de los 4 partidos puso de manifiesto la igualdad de los dos colosos españoles, la reacción que se propició tras lo ocurrido, fue el inicio de una rivalidad cuya magnitud se ha extendido en proporción a la grandeza de los dos clubes. La Copa del Rey les vio enfrentarse por primera vez en su historia; la Copa del Rey forjó buena parte de los cimientos de su grandeza y sus valores y la Copa del Rey selló, también, el inicio de una rivalidad tan poderosa como necesaria.