Si hay alguien en el Real Madrid que lleve la competitividad y la pasión por el fútbol impresa en el ADN es Ángel Di María. El extremo, poco después de conocer su lesión, ya estaba pensando en el momento de reaparecer. Y la fecha señalada es el 26 de noviembre, en la tarde en que el Atlético de Madrid visita el Bernabéu.

El futbolista argentino sufrió una rotura muscular de grado I en el bíceps femoral de la pierna izquierda durante el último partido de Liga, el 6 de noviembre ante Osasuna. Aquel contratiempo le impidió acudir a la concentración con Argentina pero los días de parón no han caído en saco roto y el Fideo no ha parado de trabajar para poder acortar todos los plazos previstos para su recuperación.

Durante los primeros doce días, el rosarino combinó una serie de sesiones en el gimnasio con otras de trabajo fisioterapéutico, a la espera de que la herida cicatrizase. El viernes pasado pareció llegar tal esperado instante y pudo saltar al césped de Valdebebas para completar, al igual que en la mañana de hoy, una sesión individual de carrera continua.

La figura de Di María se estaba tornando en indispensable para los esquemas de su entrenador. Hasta su lesión, era el octavo futbolista más empleado por Mourinho, con 672 minutos completados en 10 partidos, seis titularidades consecutivas y un tanto en su haber. Con su ausencia, el Madrid perdió anoche profundidad por banda y el centro, víctima del desconcierto de un Özil sin facultades para entrar por el costado.

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