Ayer, el Deportivo Independiente Medellín y el Átlético Junior disputaron el que sería el duelo más destacado de la fecha. En un marco excepcional -como ya es costumbre cuando el Rojo juega en condición de local-, este tuvo su desarrollo, al final amargo para los más de 41.000 aficionados que visitaron con expectativa El Coloso de la Avenida Centenario.

El partido comenzó con todo a favor para el Poderoso, tenía la posesión de la pelota, generaba oportunidades de gol de manera constante en el arco rival, y, ¿por qué no?, además de esto también tenía 41.000 almas que empujaban al equipo (41.000 almas que seguramente también habrían podido mandar al fondo del arco una de las oportunidades que desperdició Caicedo, pero bueno).

Medellín logró irse arriba en el cierre del primer tiempo gracias a un remate de Juan Fernando Caicedo, quien con este se reivindicó de dos fallos que había tenido de cara al arco en los minutos pasados. Sin embargo, poco duraría la felicidad y tranquilidad de las personas en el estadio.

En la segunda parte, los jugadores de Hernán Torres salieron con la misma consigna que en el primero: ganar el partido. No obstante, no contaban con que en estos 45 minutos se encontrarían con un Macnelly Torres inspirado, un rebelde Vladimir Hernández y un Jorge Aguirre que estaría en el lugar indicado en el momento preciso.

Y así, apenas pasados diez minutos de comenzado el primer tiempo, el Atlético Junior marcó el gol del empate parcial, por medio de Aguirre, quien remató a arco vacío luego de que Anthony Silva atajara el balón en primera instancia. Pero, repasemos la jugada y prestemos atención especialmente a Vladimir Hernández, quien en ningún momento es marcado y es quien termina dando la asistencia a Aguirre. Y no, no estaba en fuera de juego.

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Sobre el autor
Juan Pablo Ramírez
Comunicación Social en la Universidad Pontificia Bolivariana; escritor esporádico, hincha del DIM y amante de los 140 caracteres.