Desde que llegó al Independiente Medellín, hace ya casi dos semanas, Leonel Álvarez ha dicho que en adelante al Medellín lo único que le quedan son finales. Efectivamante, cada uno de los tres partidos que ha disputado han tenido como carácterística una cosa: concentración. Medellín dejó de ser el equipo frío que se complicaba cuando se veía abajo en el marcador y en lo futbolístico, ahora es destacable su jerarquía y polivalencia. 

Aunque Medellín hoy le entregó el balón al Junior durante la primera mitad, fue muy poco el peligro que pudo generar con él: tres remates al arco, bien asegurados por Silva, en 45 minutos. La solidez defensiva fue excepcional, aun cuando Andrés Mosquera debió salir por lesión y Diego Herner cumplió con méritos y a cabalidad con su responsabilidad. Los centrales neutralizaron por completo a los delanteros, Aguirre y Obelar, mientras que Córdoba y Moreno hicieron bien los relevos para marcar al talentoso #10 barranquillero. Si bien los equipos de Leonel tienen como característica la tenencia y posesión de balón, el visitante tenía la dura obligación de arriesgar el todo por el nada; explotando la velocidad de Caicedo, Monsalvo, Hechalar y compañía, por la vía del contragolpe, se pudo crear opciones este primer tiempo. 

La segunda parte fue un constante duelo en mitad de campo por el esférico. Esporádicamente, el fútbol les recordaba a los 33 mil asistentes al cotejo que siempre está latente la posibilidad de convertirse en héroe de un momento a otro en este bello deporte. Anthony Silva fue la prueba fehaciente de ello, cuando en varias ocasiones emuló las atajadas a las que nos tenía acostumbrado su compatriota, Aldo Bobadilla. De igual forma se vistieron de héroes Hernán Hechalar, Christian Marrugo y Juan Fernando Caicedo, quienes al minuto 88 llevaron a cabo un contragolpe que culminaría en el descontrol de todo el estadio. Es destacable, en Caicedo, su capacidad para aguantar el balón, defenderlo, controlarlo y entregarlo a un compañero en mejor posición (no por nada lleva ocho asistencias en el torneo); en Marrugo lo es sus ideas, ser el cerebro de los 11 en el campo; y en Hechalar su persistencia, su empuje y su olfato artillero. 

El equipo de Leonel ha alcanzado el punto de tener variables suficientes y rendidoras en el momento necesario del partido; ha consolidado una línea defensiva férrea, concentrada (aunque es verdad que hay ciertos errores que se deben terminar de corregir, como los centros de costado); y ha devuelto la confianza al jugador de sostener el balón y presionar furtivamente cuando no se tenga. 

En cuanto a lo estrictamente extradeportivo, Medellín tiene una deuda enorme para con su hinchada; la que lo ha apoyado a pesar de sus pobres actuaciones de local, la que lo ha recibido con banderas que cubren el estadio entero y tifos creativos que rememoran la tierra que vio crecer a esta hermosa institución y los ídolos que han hecho parte de ella, la que ostenta el récord de mayor asistencia en la presente Liga Águila; es una deuda que debe pagarse con compromiso, entrega, sacrificio y concentración. Si se cumplen las anteriores características, por añadidura llegará la añorada sexta estrella.