Ayer en el partido contra Junior, en Barranquilla, Nacional mostró una cara que no se le había visto,  la del buen juego.  Desde que Juan Carlos Osorio llegó al banco verdolaga fueron pocos, por no decir inexistentes, los partidos en los que el conjunto paisa deleitó a la tribuna con su fútbol.

Juan Carlos Osorio hizo su debut el 12 de mayo de 2012 ganándole al Junior en Medellín. Desde ese día, los números se han vuelto el aliado principal del técnico risaraldense.  Sólo por Liga Postobón, el DT ha disputado 59 partidos, de los cuales ganó 29, empató 22 y perdió 8. A esto hay que sumarle los tres títulos que ha cosechado en un año y medio de labor: liga, copa y Súper Liga. El que quiera más que le piquen caña, diría el entrenador.

La estadística habla de triunfos y deja claro que Osorio es un estratega.  La regularidad está en el papel más que en el campo, por lo que el paladar del hincha verdolaga a experimentado sabores agridulces.

Resulta difícil encontrar una palabra que defina el juego del conjunto paisa. La mayoría de las veces se ha visto un fútbol impreciso, acelerado y con pocos remates al arco. El transito en la mitad de la cancha ha sido generalmente fugaz. Ver a Nacional resultaba literalmente aburrido, de esos partidos en los que no pasa nada, pero terminaba ganando, y terminaba siendo campeón.

Ayer, en Barranquilla, el fútbol de Nacional mostró algunos colores diferentes. La idea de Osorio fue la misma, atacar las bandas, generar espacios de contragolpe, achicar en defensa y sobre todo, rotar la nómina. Todo eso hizo parte del plato. Pero se vio lindo. El equipo retrocedía en conjunto y escalonando las marcas, ataco con velocidad, pero con cantidad de jugadores y precisión en los últimos metros. Se respetó la pelota en la mitad y se aceleró en el momento justo, hubo opciones de gol, hubo, por fin, algo de emoción. Pese a que el marcador se quedo corto, el equipo de Osorio realizó una de las mejores actuaciones que recuerde y Nacional volvió a ganar en el Metropolitano tras nueve años de sequía. Además, es líder con dos partidos menos.

Al hincha de Nacional le gusta ganar títulos, pero también le gusta el buen trato a la pelota,  la triangulación, la gambeta y los goles. No todos los partidos se prestan  para el jogo bonito, pero es el ingrediente que le hace falta a este Nacional. Osorio ha mostrado con creces que sabe hacer lo primero y, de a poco, empieza a exponer imágenes de un fútbol más elegante. ¡La efectividad no se discute!