El Campín se preparó, como de costumbre, para una de las visitas más esperadas durante toda la temporada. Nacional, el equipo que engalana cualquier terreno que pisa en Colombia, llegaba a Bogotá con la obligación de adjudicarse los tres puntos para consolidar su puesto dentro de los ocho y encontrarse con el éxito después de los baches sufridos entre semana.

Con dos realidades opuestas, pero enlazadas por una faena de 90 minutos, invitado y huésped saltaron al campo con la determinación fija en sus miradas. El uno, líder en su pico de rendimiento con 24 puntos. El otro, relegado, noveno con 17 unidades. Necesidades distintas, al fin y al cabo necesidades, chocaban fuerzas en la tarde capitalina.

Arrancó la contienda. Como en la mejor escena del safari africano, el depredador salió con todo en búsqueda de su presa. Era de esperarse. Desde los primeros instantes, Santa Fe demostró su intención de hacer respetar su casa y, como valor agregado, mantener el liderato del torneo. León al ataque: buscando, acechando, mostrando las garras.

Wilson Morelo se erigió como figura en los albores del cotejo. Desequilibrio y velocidad al servicio del conjunto de Gustavo Costas. Rondaban los diez minutos y el habilidoso atacante ya sumaba un par de opciones claras de gol. El León se relamía, afilaba los dientes; sabía que el primer bocado no tardaba en llegar.

La tónica se mantuvo durante un buen rato. Morelo seguía incisivo, intratable. Remató al poste y arrebató miles de suspiros de las gradas. Medina y Pérez también buscaron, pero se quedaron en intenciones. Nacional respondía con esporádicas apariciones de Cardona y un remate desviado de Cárdenas. Nada efectivo. Depredador y presa continuaban en tablas. 

Solo hasta el Ecuador de la primera parte fue que el visitante pudo hacer pie y recuperar un poco del dominio que tenía perdido, pese a que el venezolano Guerra, una de sus mejores cartas, se había retirado lesionado. El reloj avanzó entre faltas, tarjetas y disputas en el mediocampo. La batalla perdió el rumbo en sus minutos de cierre. Al León lo confundieron y no encontraba explicación. Por primera vez se supo amenazado.

El regreso de los camerinos llegó acompañado de la incertidumbre. Público y jugadores sentían a la deriva. Santa Fe manejó el juego, la pelota y las acciones, pero no pudo concretar su notoria superioridad. Nacional cumplió con esfuerzo la premisa del comienzo: mantener el arco en cero. Después de encajar cuatro goles en dos juegos, Juan Carlos Osorio buscó asegurar primero su defensa para después encontrar el ataque.  La presa tenía estudiado al depredador.

Bocanegra ingresó para la segunda mitad en un intrépida movida del entrenador visitante. El Técnico se arriesgó con Daniel para ir por el triunfo; claro está, sin desordenarse atrás. Antes de que Santa Fe pudiera recuperar el frenético ritmo con que inició el encuentro, que se potenció con el inaudito error de Meza. Guisao dominó, se aventuró, definió y Páez corrigió con el arco vacío. León atónito, desconcertado. La presa celebraba en su hábitat.

El juego continuó en la misma tónica. Santa Fe tenía la pelota. Tocaba de lado a lado y dejaba la sensación de estar a puertas del empate, pero la profundidad no era una de sus virtudes. La opción era clara. Había que probar de afuera. Lo que no contaba el depredador era que su presa tenía guardado un 'as' bajo la manga.

Los disparos de Seijas y Meza fueron retos simples para lo que luego vendría. Al 72' Murillo comete falta sobre Medina dentro del área. El juez sancionó penal y expulsó al defensor. El Serengueti enardecido clamaba con la seguridad de que, inevitablemente, el León iba a clavar sus garras. Fue en ese instante que se agigantó la presa y la figura de Armani catapultó la suerte rojiblanca. Reflejos felinos para silenciar el rugido que enfrente daban por hecho.

Con diez hombres y una actitud más que rescatable, Nacional logró soportar las envestidas de su rival hasta el final del partido. Incluso cuando Morelo envió el balón al fondo de la red en posición adelantada. Incluso cuando Vargas abandonó su guarida para buscar un cabezazo milagroso. Incluso cuando Arias inventó una chilena en el último minuto y la estrelló contra el travesaño. Nacional venció por la mínima diferencia en El Campín y demostró que, con racha, garra, suerte o cualquier otra condición, está en la capacidad de dar pelea en cualquier terreno.