Cuenta el mito griego, que una vez existió un perro que tenía tres cabezas con una serpiente en lugar de cola. Este perro le pertenecía a Hades y es conocido como el cancerbero. Era el encargado de resguardar las puertas del inframundo. Ningún muerto salía y ningún vivo podría ingresar.

En la noche de Sao Paulo -Brasil- el espiritu del perro infernal mitológico griego, reencarnó en el cuerpo de Franco Armani. Sus brazos y su cabeza simulaban las tres cabezas del monstruo y la serpiente en vez de cola, eran sus piernas.

Armani mostró con furia sus colmillos cuando los jugadores de Ramalho se acercaban al arco verdolaga. A todo centro cruzado, el portero argentino salió con decisión y rechazaba con los puños o en su defecto, se quedaba con el esférico.

Sin embargo, el cancerbero de Osorio no salió invicto del Morumbí. Ganso rompió con la guardia de Armani y marcó el único tanto del partido a favor de Sao Paulo; el mismo que empataba la serie. Franco enfureció y en medio de la algarabía tricolor, rugió y dio aviso de 'su' mordida mortal.

Su par de cerpientes -piernas- sirvieron de resorte para alcanzar los balones que para cualquier mortal, son imposibles.

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El partido acabó. La ronda de penales iniciaba. Tras cinco cobros realizados, el marcador favorecía a Nacional por 3-1. Rafael Toloi enfrentaría al cancerbero desde los doce pasos. Era el momento para vengarse de aquel deshonor ante Ganso. El brasileño remató cruzado a la izquierda donde Armani llegó para evitar la anotación. Mordida mortal al Sao Paulo.

Ruiz definió con su cobro la clasificación a la final pero el cancerbero del maestro Osorio ya había hecho el peor de los daños. Luego de mostrar sus colmillos, volar de extremo a extremo para defender la portería, propinó el mordisco que produjo la hemorragia incontenible del Sao Paulo. Armani defendió la puerta de verdolaga, así como el cancerbero de Hades defiende la entrada al inframundo.