Estudiantes, trabajadores que pidieron sus vacaciones y sus jefes benevolentes se las otorgaron, desempleados que se la 'rebuscaron' para viajar, hasta ecuatorianos. Cerca de 10.000 seguidores de Atlético Nacional acompañaron el pasado miércoles a su equipo en el primer juego de la final de la Copa Libertadores, esa tan esquiva como hermosa, tan inquietante como histérica. 

El mayor logro que un equipo de CONMEBOL puede lograr, no solo sus hinchas trajeron un empate valioso de Quito, sino miles de historias para contar. Les comparto algunas de ellas que pude recolectar e incluso vivir en carne propia. 

Hinchas de todas partes de Colombia y el Mundo se dieron cita en Quito para la final de ida en Copa Libertadores.

Sobre las 11 de la mañana del pasado domingo, en dos carros partimos desde Medellín llenos de expectativas y con el anhelo de darle la fuerza necesaria al equipo 'verdolaga' en que se trajera para Colombia un buen resultado. 

La música, la alegría y la ansiedad por llegar, llenaban de esperanza el sueño continental de los ocupantes de los vehículos. Los kilómetros avanzaron, unos dormían, otros hablaban del equipo, como llegaba, quien reemplazaba a Alexander Mejía, como Rueda iba a parar el equipo, infinidad de combinaciones que menguaban el cansancio de permanecer sentado por varias horas.

Pasábamos del calor al frío, del día a la noche, las cámaras de los celulares retraban los paisajes de los distintos lugares que íbamos avanzando. Luego de descansar en Cali, al día siguiente partimos hacia Quito, nos sentíamos con la mitad del camino 'coronado', la ansiedad aumentaba y solo se mitigó cuando arribamos al puente internacional de Rumichaca. El anhelo de alentar al 'verde' fuera del país por primera vez para unos, para otros sería su tercera, su quinta o el país que le faltaba por estar representando los colores 'verdolagas'. 

Cientos de 'verdolagas' viajaron por tierra a Ecuador. | Foto: Juancho Serrano - VAVEL Colombia
Cientos de 'verdolagas' viajaron por tierra a Ecuador. | Foto: Juancho Serrano - VAVEL Colombia

En migración veía las caras de todas las personas presentes, con camisetas, chaquetas, gorras con el escudo de Nacional, hombres, mujeres, hasta niños que por primera vez salen del país para alentar al equipo de sus amores.

Del lado ecuatoriano, la romería de hinchas que desde todos los puntos de Colombia, visitaban su país para decir presente en el Estadio Olímpico Atahualpa. Con toda la documentación lista, seguimos avanzando en el país hermano. Luego de varias horas más de viajes por las carreteras ecuatorianas, llegamos a Quito. Para muchos fue un anhelo cumplido que se materializó cuando la boleta morada la teníamos en nuestro poder. 

El estadio Olímpico Atahualpa de Quito recibía por primera vez en su historia una final de Copa Libertadores. | Foto: Juancho Serrano - VAVEL Colombia
El estadio Olímpico Atahualpa de Quito recibía por primera vez en su historia una final de Copa Libertadores. | Foto: Juancho Serrano - VAVEL Colombia

Ya en el estadio, muchos conocidos de tribuna me encontre, esos que en los buenos como en los malos momentos estuvieron siempre y los que la diosa fortuna del fútbol les premia esa fidelidad. El gol de Orlando Berrío fue el pago de tantas horas de viaje, pese al sinsabor del empate de Arturo Mina sobre el epílogo del encuentro, los 'verdolagas' presentes en esa fría noche quiteña salimos al unísono "en Medellín lo liquidamos". 

Un 'río humano' pasó por las calles de Quito, una hora después de concluido el encuentro. | Foto: Juancho Serrano - VAVEL Colombia
Un 'río humano' pasó por las calles de Quito, una hora después de concluido el encuentro. | Foto: Juancho Serrano - VAVEL Colombia

Todavía no sabemos como será el descenlace de esta historia, lo que se, es que fue el viaje de nuestras vidas. Muchas cosas tuvieron que pasar para que esta representación de hinchas verdes se 'tomaran' Quito, pero todo el esfuerzo valió la pena, cada kilómetro. Y como dice la banda argentina Caligaris en su canción kilómetros, "hay tantas cosas que se pueden complicar, pero antes muerto que dejar de soñar".