La selección nacional derrotó a los norteños gracias a un impecable trabajo táctico y físico de sus jugadores. El orden fue el factor clave para que Uruguay venciese con absoluta justicia a su rival, que prácticamente no inquietó a Gastón Guruceaga en todo el encuentro. El sistema defensivo de presión constante realizado por los hombres de Fabián Coito —que es la base de este modo de juego— se vio complementado por la buena actuación de los atacantes, por lo que puede concluirse que el equipo rindió de muy buena forma en todas las líneas.

Desde que pitó Roddy Zambrano, los jugadores celestes salieron a buscar el arco rival, no dejando jugar al scratch, haciéndolo sentir incómodo. Ya en el primer minuto de juego, el ágil Franco Acosta, de cabeza, tuvo la primera oportunidad de gol del cotejo, pero el portero Marcos salvó su valla. Esto fue un adelanto de lo que sucedería a lo largo de todo el encuentro: los delanteros rivales serían un dolor de cabeza permanente para los dirigidos por Alexander Tadeu, sobre todo en el juego aéreo, pese a que los brasileños parecían uno de los equipos más fuertes y mejor preparados para disputar las pelotas que vienen por arriba.

Por esta vía llegó el primer gol del encuentro: en el minuto 27 el centro fue de Facundo Castro y el cabezazo de Gastón Pereiro. El volante de Nacional desvió un potente centro y dejó parado al guardameta rival, que fue la figura del partido en los norteños. El número 10 jugó un gran cotejo, y es preciso que siga mostrando este nivel para que su selección pueda alcanzar las más altas posiciones en el torneo. Uruguay precisa de su mejor hombre.

Avisos de Erick Cabaco de cabeza y de Pereiro de volea en el segundo tiempo no despertaron a Brasil. La receta celeste funcionó en el minuto 59 y llegó el segundo gol del partido desde la cantera violeta: otra vez Castro en la pelota detenida, el desvío de Mauricio Lemos y la aparición de Mauro Arambarri, que hizo delirar a los espectadores del Domingo Burgueño Miguel.

Los norteños después del segundo gol celeste arriesgaron aún más, pero no consiguieron plasmar jugadas de peligro en ofensiva. Apenas un tiro de Kenedy desde detrás de la línea media de la cancha hizo volar a Guruceaga, quien hasta entonces había sido un mero espectador del encuentro. Y el avance brasileño hizo que Uruguay encontrara espacios: Facundo Castro desaprovechó una clara oportunidad en el minuto 72, que hizo lucirse a Marcos, quien envió la pelota al tiro de esquina.

Otra vez el dúo Nández-Arambarri fue determinante para el buen funcionamiento del equipo, que también contó con la seguridad de Guruceaga desde el arco y con Pereiro como líder futbolístico. 

El lunes se disputará la tercera fecha de la fase de grupos y Uruguay tiene libre la etapa, por lo que es momento de relax para los celestes. Los titulares, además de aprovechar este breve parate, contarán con unos días más de descanso, ya que se espera que el equipo que pare Coito frente a Chile el día miércoles sea uno distinto al que se presentase en estas dos primeras etapas. De clasificar a la siguiente fase, la selección habrá disputado a lo largo del torneo 9 partidos en 22 días, por lo que es preciso hacer una rotación de jugadores.

Con un pie en el hexagonal final, es menester darle aire a los mejores jugadores para que puedan estar frescos en el desenlace del torneo. En ediciones pasadas Uruguay ha comenzado con buen pie en los Sudamericanos, pero luego cae física y futbolísticamente. En esta oportunidad tenemos grandes chances de disputar a los Juegos Olímpicos y deberíamos poder obtener esta clasificación. Vamos por buen camino.