Cuarto asalto de esta auténtica batalla de pesos pesados en la que los blancos buscaban quitarse el mal sabor de boca de la anterior derrota y cerrar la serie en tierras helenas. Por su parte los griegos con mayor confianza y apoyados por su incondicional y ruidoso público, que ya demostró en el anterior duelo que genera una atmósfera realmente opresiva. Con esas premisas comenzaba un partido igualado y con dos protagonistas ya habituales en la anotación: Rudy por el Madrid y Lojeski por el Olympiacos. 

A ellos se sumaron con los minutos nombres menos destacados como Darden o Matzaris, jugadores más especializados en la defensa, pero que se aprovecharon del desajuste en sus respectivas marcas para meter puntos con contundencia. Los griegos estaban volviendo a dominar los rebotes, una faceta en la que los merengues están sufriendo mucho en la serie. Por suerte para los de Laso en los porcentajes de tiro el rival estaba más que errático, los de Baztokas comenzaron con un hediondo 1/9 en triples. Final del primer cuarto con un parejo 15-16 y tensión a raudales.

Los blancos no ven aro

Nada más comenzar el segundo parcial ambos entrenadores pusieron en pista una avalancha de cambios. Las rotaciones están siendo una de las claves de la serie, generando desajustes importantes cuando salen hombres frescos y descarados a la pista. El Madrid no encontraba el aro rival y durante minutos su única aportación en el electrónico fueron dos tristes tiros libres de Salah Mejri. Por su parte los griegos no se complicaban la vida, movían bien el balón pero con paciencia, agotando las posesiones y buscando tiros claros. Gracias a ello abrieron el primer hueco en el marcador (parcial de 8-2), con el consiguiente tiempo muerto de un contrariado Laso.

Tremendamente desdibujado y fallón en los tiros, la única arma del Madrid era elaborar lo máximo posible las jugadas para acercarse a la canasta, ya que desde la media y larga distancia era una utopía transformar. A cambio el Olympiacos se estaba cargando de faltas y llegaba primero al bonus de personales, pero los griegos iban como kamikazes al ataque y la diferencia se estiraba hasta la barrera de los diez puntos. La sangría comenzaba a ser importante, y a la fiesta helena se sumaba Giorgios Printezis, un extraño factor que no tiene continuidad todo el duelo, pero cuando aparece te mata. Los blancos concatenaron un paupérrimo 0/11 en tiros de campo, pero reaccionaron en los compases finales marchando al descanso con 37-30. Mal cuarto, pero aún con vida.

Rudy contra la zozobra

Tras la reanudación apareció la figura de Nikola Mirotic. El hispano-montenegrino estuvo tremendamente perdido en el anterior duelo, y también en la primera mitad de este, lo que está echando mucho de menos su equipo. En apenas dos minutos anotó puntos y forzó una gran cantidad de personales rivales. La inyección anímica permitió al Madrid acercarse un tanto en el marcador, pero marchando siempre por detrás. Con los helenos cargados de faltas hubo un tremendo carrusel de tiros libres de los blancos, los cuales no aprovecharon del todo, puesto que el síndrome gepeto (muñeca de manera) parece haberse extendido entre la plantilla. Ante la falta total de puntería de ambos conjuntos el encuentro se movía en unos guarismos irrisorios.

La defensa del Olympiacos tenía perfectamente tomada la medida al ataque madridista, y estaban asfixiando totalmente al rival. Los jugadores de brillo y fantasía como Sergio Rodríguez estaban desaparecidos en combate, en parte atenazados por las marcas y en parte cohibidos por su falta de convicción. Otro cuarto sufrido, errático y muy estático que consiguió despertar del letargo Rudy fernández. El escolta balear parecía el único con la suficiente insolencia para darle la vuelta al rumbo del partido. Con dos triples consecutivos bombardeó la zona griega y apretó extraordinariamente el escueto resultado. Final del cuarto con 49-47.

Derrota con mayúsculas

Los blancos habían terminado bien el anterior parcial, pero en los minutos finales volvió la electrocución y falta de entendimiento generalizado. De nuevo tiros precipitados, con poco convencimiento en ataque y una defensa blanda en los rebotes. De ello se lucró la bestia Dunston, que plantó la tienda de campaña en la pintura merengue y machacó el aro blanco con rabia. Con ese ritmo cadencioso iban transcurriendo los minutos y el Madrid seguía sin tener un auténtico plan para romper la deriva negativa. El juego era rocoso y espeso, como si los jugadores se hubieran olvidado de mirar a la canasta y se centraran en sus defensas particulares. Evidentemente esto favorecía al Olympiacos.

Rudy parecía el único jugador del Madrid que estaba en la pista, el resto eran una calcomanía de su capacidad. Para colmo Spanoulis aparecía de manera muy puntual para entrar a canasta y meter puntos preciosos teniendo en cuenta lo paupérrimo del marcador. No hubo capacidad de reacción del Madrid, que seguía como una sombra en ataque y mirando con pasmo como Dunston y cía le comían las castañas en los rebotes. Triste final del partido (71-62) que ganaron los griegos a base de cicuta y oficio. La eliminatoria igualada 2-2 y quinto y decisivo partido el viernes de vuelta en el Palacio de los Deportes.

Protagonistas

Por los vencedores no hubo una estrella especialmente destacada, pero sí un trabajo serio e incansable de varios jugadores. Subrayar la actuación de Bryant Dunston (13 puntos, 9 rebotes, 5/6 en tiros de campo, 8 faltas recibidas, 25 de valoración). La bestia volvió a destrozar la defensa merengue, y  aunque aportó menos anotación que en el pasado duelo se dio un festín en rebotes y mates. Vassilis Spanoulis (12 puntos, 6 rebotes, 7 asistencias) estuvo mal en los tiros, como la tónica del resto de los jugadores, pero aportó en múltiples facetas, y como un magnífico estratega hizo daño en los momentos oportunos.

En segundo plano destacar al trío conformado por Matthew Losejki (13 puntos, 3/5 en triples), Giorgios Printezis (10 puntos, 5 rebotes) y Evangelis Mantzaris (10 puntos, 6 asistencias), que dejaron en evidencia a las rotaciones blancas y demostraron que son un grupo férreo y tremendamente competitivo.

Por el pésimo Madrid destacar sobremanera a Rudy Fernández (18 puntos, 8 rebotes, 7/8 en libres, 8 faltas recibidas, 26 de valoración), el único que  jugó a su nivel y se partió la cara en cada posesión. Gracias al genio balear los blancos se acercaron en el marcador en varias fases del duelo, pero no encontró la réplica ni complicidad de sus compañeros. El único que le echó una mano fue el guerrero Tremmel Darden (10 puntos, 6 rebotes), lo cual es un triste consuelo.