Los monólogos no son patrimonio de los humoristas. Ni de los políticos. A veces, en fútbol también se dan; la parroquia celeste asistió a uno en Balaídos. El Levante fue un espectador más en la propuesta de un Celta dueño y señor absoluto del partido. La llegada de Alcaraz mejoró poco o nada a los granotas, que se mostraron absolutamente inoperantes. Sin fútbol, sin solidez defensiva. Sin ni siquiera agresividad, algo que se presupone a un equipo de su corte. Los locales no necesitaron exigirse demasiado para solventar la papeleta.

Finalmente Santi

Durante la semana se habló mucho en Vigo de quién sustituiría al sancionado Fabián Orellana. Finalmente fue Santi Mina el que ocupó su lugar en el extremo derecho del Celta. Pero el canterano no fue la única variante que introdujo Berizzo en su once titular. Jonny entró en el lateral zurdo y Pablo Hernández en el centro del campo. Planas y Álex López, carne de banquillo. Por su parte, Alcaraz, con muy pocos días al frente, no modificó la fisionomía del Levante. Ni siquiera se notó el entrenador nuevo en el plus de intensidad que suelen aportar estas situaciones.

Buenas sensaciones de Santi Mina y Pablo Hernández

El choque arrancó y las cartas estaban marcadas. El Levante se encerró en el último cuarto de campo, con dos líneas juntas (la defensiva de cuatro y la del medio de cinco efectivos) y con Barral abandonado a su suerte. Casi por obligación, el Celta reforzó su idea de ser protagonista. Dominador. El equipo celeste movió la pelota a sus anchas, ante la nula presión de los granotas, que apenas salían de la cueva. La defensa por acumulación levantinista era el principal escollo en el camino hacia el gol del equipo local.

Pronto se vio que Pablo Hernández estaba con ganas. El chileno estuvo muy participativo, acertado con la pelota y con presencia en el área. Solo necesita un plus de físico para estar más certero. Suya fue la primera ocasión del Celta, rematando arriba un centro atrás de Nolito. Más tarde lo volvió a intentar a la salida de un córner y con un chut desde fuera del área. El Levante solo inquietó con una falta lateral que Barral no pudo rematar.

Dominio fructuoso

El monólogo del Celta era total. Los de Berizzo continuaban agitando el manzano en busca del su premio y este llegó a la media hora de partido. Fantástica jugada de Santi Mina, con un control orientado hacia el medio, recorte en la frontal y pase para Hernández que, de primeras, dejó solo a Larrivey —en posición dudosa— ante Mariño. El killer celeste no perdonó y prolongó su idilio con Balaídos. El argentino ha marcado en todos los partidos en casa.

Foto: Xoan Carlos Gil | La Voz de Galicia.

A partir de ahí, el ritmo bajó. El Levante seguía sin exponer y el Celta se limitó a controlar la posesión y a despejar los pelotazos frontales del equipo granota, su principal arma ofensiva. Los locales solo salieron de su sesteo en una asistencia de Nolito a Larrivey que en esta ocasión disparó fuera. En ese escenario, el partido llegó al descanso.

El partido fue un monólogo celeste

A la vuelta de la caseta, Alcaraz movió el banquillo. Quería cambiarle la cara un Levante inofensivo en el primer acto y para ello introdujo a Víctor Casadesús y Xumetra por Rubén y Morales, inadvertidos en Balaídos. Los granotas pasaron a 1-4-4-2 y adelantaron un poco la línea de presión. Espejismo. El guion no cambió y la pelota continuó teniendo un solo color: el celeste.

Al poco de empezar, de nuevo Pablo Hernández apareció, esta vez caído a banda izquierda, para poner un centro que no remató Larrivey por centímetros.

No quieren, no pueden

La tónica del final del primer tiempo tuvo continuidad en el segundo. El Levante, muy limitado en todas las parcelas, no daba para más. Tremendos problemas para fabricar fútbol, sin agresividad para robar y sin velocidad para atacar el espacio. Insulso. Por su parte, el Celta se relajó, se dedicó a defenderse con la pelota pero sin exponer. Horizontal. Los minutos pasaban y las ocasiones brillaban por su ausencia. Dos no discuten si uno no quiere, y si el otro no puede, encefalograma plano.

Susto para espolear a los locales

El partido era una balsa de aceite que se encaminaba hacia el final sin mayor sobresalto. Sin embargo, en un instante todo cambió. O pudo cambiar. Ivanschitz se internó por el carril del diez y solto un zurdazo, duro, seco, que se estrelló violentamente contra el larguero de Sergio. Fue la única que tuvo el Levante, pero pudo darle la vuelta a la tortilla.

Santi Mina estuvo bien. (Foto: Xoan Carlos Gil | La Voz de Galicia).

Con el miedo en el cuerpo, los celestes se percataron de que su desidia podía traerles un disgusto y se pusieron manos a la obra. Berizzo dio aire desde el banquillo: Madinda y Álex López relevaron a Santi Mina y Pablo Hernández, ambos con buenas prestaciones. El Celta ganó en verticalidad, porque en posesión poco más podía ganar.

El Señor de Balaídos aparece de nuevo

Larrivey no faltó a su cita con Balaídos

Los locales imprimieron más ritmo a la circulación. La pelota corría en rápidas triangulaciones y precisas asociaciones. Nolito, algo espeso, no dejó de intentarlo, aunque sin acierto en sus uno contra uno y centros. Pero en una de estas combinaciones y una de las intentonas del Afilador, llegó la sentencia. El andaluz inició una contra que volvió a sus pies tras un rechace de un defensor granota, encaró a Mariño, que desbarató su disparo por bajo. Pero ahí estaba Larrivey, el Señor de Balaídos, para remachar a la red. El argentino se siente como pez en el agua en el municipal. Ya lleva cinco partidos consecutivos haciendo gol en el estadio vigués; seis si se cuenta el que hizo con el Rayo el año pasado.

Era el minuto 83 y el partido estaba zanjado. El Levante bajó definitivamente los brazos, pero todavía hubo tiempo para un gol más. Álex López se plantó en la frontal visitante en una conducción y su disparo contó con la inestimable ayuda de Mariño para acabar en la red. El guardameta levantinista no pudo repeler el chut centrado del ferrolano. Era el tercero. El pitido final vino inmediatamente después.

El encuentro acabó con unas sensaciones muy pobres del Levante. Mucho trabajo tiene por delante Alcaraz para mejorar a un equipo granota que vagó sin alma por Balaídos y se queda hundido en puestos de descenso. El choque en el Ciutat de Valencia contra el Almería, la semana que viene, será capital. Por su parte, el Celta ha vuelto a ganar en Balaídos, tras la derrota contra el Villarreal. 16 puntos para los celestes, que se quedan a un punto de Champions. La semana que viene visitarán en Camp Nou.