Era diciembre de 2010 cuando un centrocampista nacido en Utrecht (Países Bajos), aunque con ascendencia marroquí, llegaba a Can Barça. Llegaba a Can Barça para firmar cuatro años y medio (hasta 2015) y ser la pieza que faltaba en el mediocampo que quería Pep Guardiola. El técnico azulgrana le había seguido en los últimos meses y sabía que el capitán del PSV acababa contrato el verano siguiente y que podía jugar de extremo, interior o incluso pivote defensivo, era lo que necesitaba. Ibrahim Afellay (abril de 1986) se hizo culé por 3 millones en la nochebuena del año del Mundial que ganó Iniesta y que Afellay vio desde el banquillo del Soccer City.

Casi cuatro años después, su situación no es tan idílica como seguramente imaginaba el internacional neerlandés. Tras unos buenos meses en la primera temporada con Pep, que acabó con el doblete Liga y Champions (protagonista por jugar el descuento de la final en Wembley y, sobre todo, por la asistencia a Messi en el 0-2 del Bernabéu), Afellay cayó en una espiral de lesiones que acabaron por imposibilitar sus condiciones técnicas.

Si en varias temporadas en el PSV, sus problemas solo habían sido algunas contracturas sin importancia y la rotura de un dedo del pie en 2007, al llegar a la disciplina barcelonista todo empeoró en concepto de diversos problemas físicos. En la pretemporada de 2011, la primera que haría con el Barcelona (llegó en el mercado invernal), sufriría una rotura de bíceps femoral (músculo tan escuchado en las lesiones blaugranas). Y en septiembre, poco después de recuperarse de la lesión que le impediría estar en la Supercopa de España ante el Madrid (ganada por el Barcelona y recordada la agresión de Mou a Tito), se rompería el ligamento cruzado anterior de la rodilla.

Cesión al Schalke 04

Afellay arrancó muy fuerte siendo minero
Afellay arrancó muy fuerte siendo minero (15 partidos y 4 goles)

Tras siete meses de baja, Afellay conseguiría volver a un terreno de juego el 29 de abril. Semanas después, Van Maarwijk, seleccionador de los Países Bajos en la Eurocopa 2012, confiaría en él para el torneo que acabó siendo un fracaso para la Oranje. Al llegar de nuevo a Barcelona, se encontró con el nuevo entrenador, Tito Vilanova, quien le avisó que no contaría con él como había hecho su predecesor. A última hora, el 31 de agosto, Afellay cerró una cesión al Schalke 04 alemán para la temporada 2012/13. Su año en Gelserkirchen fue un símil de su estancia en el Barcelona: muy bien al principio, lesionado y sin minutos al final.

De septiembre a noviembre, Afellay jugó 15 partidos con la casaca minera. En ellos, marcó cuatro tantos, incluso uno en el derbi ante el Borussia Dortmund. Pero otra vez, una lesión le frenaría cuando seguía asentando en el once de su compatriota Huub Stevens. En un partido internacional en noviembre, tuvo complicaciones musculares que le apartarían de la actividad hasta enero. Ya en 2013, en un amistoso de “pretemporada invernal” con el Schalke que contaba con nuevo entrenador (Jens Keller), volvería a resentirse de los problemas musculares. Afellay, descontento con los servicios médicos del club alemán, se iría a su ciudad natal para no volver nunca a Alemania. Volvería a Barcelona para ponerse a las órdenes de Tito (y después del Tata Martino) pero una lesión en el muslo, le obligaría a pasar por el quirófano de nuevo y pasar parte de la temporada en el dique seco.

En total, han sido 35 partidos como culé (28 en el primer semestre, aunque 18 saliendo como suplente), marcando dos goles, ambos en su primer año con Pep (ante el Almería en Copa y contra el Málaga en la última jornada de Liga). Peores números con el Barcelona que con su selección (44 partidos y 5 goles), dato, cuanto menos, curioso. Ahora, tras el amistoso ante el Recreativo de Huelva donde participó Ibi toda la segunda parte y las palabras de Luis Enrique que dejaban la puerta abierta a que Afellay se quedase o se fuese, el niño de Utrecht que dio sus primeras patadas a un balón en el mismo equipo que el goleador Marco van Basten (Elinkwijk) tiene una segunda oportunidad de demostrar su polivalencia y calidad.