No hay peor ciego que el que no quiere ver. Ayer Pellegrini hizo gala de aquellos que, aún con todo, se niegan a adaptarse. Con un Messi más cómodo de lo habitual entre líneas y un Barça cómodo en la salida, el Manchester City regaló setenta minutos de los 180 que ostenta la eliminatoria. 

Sorprendió encontrar facilidades por parte azulgranas justo después de la derrota en el Camp Nou ante el elogiable planteamiento de Javi Gracia al frente del Málaga, lejos de contar con súper estrellas y ensalzando la organización e idea colectiva por encima de cualquier finura individual.

Altura indefinida en la presión

Ni buscó apretar la salida comandada por el mejor iniciador posible (ter Stegen) ni juntó las líneas en campo propio para proteger el centro. Ayer el City se hizo fácil de superar por la separación que mantuvo entre su dibujo en el teórico esquema 4-4-2. Piqué, Mascherano y Busquets se encargaron de eliminar a Agüero y Dzeko y Messi, recibiendo a la espalda de pivotes (saltando sin seguir términos cualitativos y sí cuantitativos) colocó más rápido el balón en 3/4 de campo que lo habitual. 

Alves y Alba generaron constantes superioridades por fuera con un Nasri desordenado en el acoso defensivo y un Silva centrado en ayudar a Fernando y Milner. Suárez y su ofrecimiento para jugar de cara como tercer hombre y retrasar la posición de Kompany, que perdía la posición una vez oscurecían a la línea de medios, se presumió también vital.

Messi entre líneas, Suárez más nueve

La facilidad que tuvo ayer Leo para recibir en zonas intermedias ayudó a que Suárez se moviera como pez en el agua a la espalda de los dos centrales, ocupando siempre zonas favorables de remate en cualquier acción de partido. Fruto de ello llegaron los dos goles azulgranas, con el uruguayo anticipando antes que los defensores citizens.

Haciendo gala de severos problemas defensivos en el marcaje individual al jugador sin balón, sin usar la atención dividida ni el triángulo defensivo que requiere cualquier centro lateral, Kompany y Demichelis concedieron demasiadas facilidades. 

El City aprieta, Luis Enrique responde

Ante el gol de Agüero el City tuvo unos minutos de achique ofensivo. Ante ello, Luis Enrique apostó por protegerse acumulando hombres en las zonas donde más podía actuar el delantero argentino, Nasry o Bony. La entrada de Mathieu por Rakitic y adelantar a Mascherano cerca de Busquets, rápido al corte con metros y en un contexto favorable a él (fue de mediocentro defensivo en el Liverpool donde se consagró en Europa) ayudó a establecer mejores condiciones defensivas. 

Estas condiciones defensivas, no obstante, tuvieron handicap: el Barça perdió estabilidad a partir del balón y puso frente a una situación más agradable para los locales, el ida y vuelta. La balanza se acabó decantando para los azulgranas que, como ya realizaron ante otros equipos como el Atlético de Madrid o Villarreal,  impusieron su talento individual. El penalty inocente de Zabaleta no pudo ser transformado por un Messi que vio como Hart ponía la última (y única) pega a su actuación.