La pancarta de Indar Gorri no volverá a dar abrigo al frío hormigón que defiende la grada baja del graderío sur del estadio de El Sadar. Tampoco se volverán a ver bufandas, pancartas o vestimentas con referencias al colectivo, y a sus voces no las acompañará bombo o megáfono alguno. Al menos de momento. Este es el desenlace provisional de una historia que habla de fatalidad, dirigentes  apoltronados y cinismo a raudales.

Como primera medida tras de la muerte de un hincha del Deportivo de la Coruña a manos de varios radicales del Atlético de Madrid, la Comisión Antiviolencia apremiaba a los clubes de Primera y Segunda división a hacerle entrega de un libro de registro de sus aficionados. El club rojillo, arriesgándose a una posible sanción, decidía postergar la entrega y apurar los plazos, a la espera de que Indar Gorri se posicionara al respecto.

Dos opciones sobre la mesa; inscribirse como peña oficial, aceptando la imposición y dejando de lado sus principios fundacionales, o no hacerlo, renunciando a la posibilidad de introducir pancartas, banderas o cualquier otro distintivo del grupo, bajo amenaza de multa severa. Como elegir entre perder el alma o la piel. Una elección dolorosa pero sencilla; perder la vieja piel no impide el aliento, el espíritu y las cuerdas vocales se mantienen intactas, sin embargo, sin alma, vivir no tiene sentido.

Así las cosas, la pregunta no puede ser otra: ¿alguien, incluyendo a los mandamases del fútbol nacional, cree realmente que esta medida solucionará algo? Da la impresión de que no, da la impresión de que este requerimiento se realiza con el único propósito de aparentar cierta reacción ante la alarma social desatada en las últimas fechas con motivo del homicidio de Romero Taboada. Un lavado de cara ligerito, para la galería, totalmente alejado de la voluntad real de radicar la violencia en el fútbol.

¿alguien, incluyendo a los mandamases del fútbol nacional, cree realmente que esta medida solucionará algo?

Nada nuevo bajo el sol; los desvergonzados oligarcas del balompié español demuestran cada vez que tienen la oportunidad que les preocupa mucho más la seguridad y la salud de sus posiciones e intereses que las del propio deporte y sus aficionados. Vehementes egoístas, recurrentemente envueltos en sospechas de corrupción, forman la Sociedad Limitada de chapuzas ilimitadas. Fervorosos practicantes del cinismo y la hipocresía indisimulada, dirigentes de RFEF, CSD y LFP, lejos de la ejemplaridad, se encuentran en estos momentos inmersos en una lucha de poder que ha derivado en una guerra sucia pública y sin cuartel. Más preocupados por la bolsa que por la vida, las altas esferas del fútbol español huelen a rancio y a cerrado, pero se resisten a ventilar.

Las primeras muestras de apoyo a Indar Gorri entre el resto de aficionados y socios rojillos ya se han producido. No así las del propio club, que tras retrasar la entrega del libro de registro lo máximo posible, no se ha pronunciado al respecto. Quizás convendría recordar a la neófita directiva osasunista, que este grupo de aficionados también son socios del conjunto navarro, y que como tales, debieran tener los mismos derechos que el resto de los abonados. Podría ser el momento idóneo para que desde el club se rompiera una lanza en favor de sus seguidores más fieles.

La fuerza de Indar Gorri no reside en su nombre o distintivo, sino en su inquebrantable espíritu

Aficionados incondicionales en el sentido más amplio y profundo de la palabra, la aportación de Indar Gorri a lo largo de estos últimos 27 años ha resultado vital. En todo este tiempo no ha habido resultado adverso, partido lejano o traba institucional lo suficientemente abrupta como para aplacar su voz. Cuando el resto de hinchas se queja o duda, ellos empujan con más determinación si cabe. Quizás los gerifaltes capitalinos no se hayan dado cuenta de que su fuerza no reside en su nombre o en sus distintivos, sino en su inquebrantable espíritu. Viven por y para animar al equipo de sus amores, a buen seguro sabrán darle la vuelta a las prohibiciones, mudarán de piel si es necesario, incluso es posible que consigan que la grada luzca todavía más colorida que antes.

En las últimas horas han anunciado que se ausentarán durante los primeros 45 minutos del próximo encuentro ante el Real Zaragoza en forma de protesta. Medida dolorosa, que evidentemente no beneficia al equipo rojillo, pero comprensible en vistas del absurdo de la situación. Queda por ver cómo reaccionará el resto de los aficionados rojillos, de Indar Gorri, una vez finalice el periodo de protesta, no cabe lugar a dudas, cantarán aún más, lucharán aún más. Ellos, como Aitor Gorosabel, hace tiempo que hicieron su elección.