Reparto de puntos y de infartos en Bélgica. Un partido que parecía encaminado a terminar sin goles y con un punto para cada uno, acabó en tablas, pero con la adrenalina por los aires tras lo vivido en los cuatro minutos de tiempo añadido en el Jan Breydel. El delantero ghanés Daniel Amartey pudo cambiar la historia, cuando adelantó al Copenhague a falta de un minuto y medio para la prolongación. No fue así. Víctor Vázquez hacía el empate para los locales apenas un minuto después y disparaba las emociones en ambas escuadras.

A tenor de lo visto durante los noventa minutos anteriores, el resultado es injusto. Fue el Club Brugge el que llevó la iniciativa del partido, el que quiso hacer más méritos para ganar los tres puntos y el que intentó por todos los medios marcar. La mala puntería belga les condenaba a un empate que sabía a poco a los hombres del mítico Michel Preud’homme.

Casi les pudo costar mucho más caro su escaso acierto. A la salida de un córner, con una violencia descomunal, el delantero africano Amartey enganchaba una volea con su pierna izquierda imposible para Ryan, que hizo la estatua ante el excelente golpeo del futbolista del cuadro danés. Por suerte, apareció Víctor Vázquez con un toque sutil con el interior de su pierna derecha, tras una buena acción ofensiva de los negriazules, para cruzar el balón al palo largo y superar a Andersen.

Era un mal menor para los locales, que desde el primer minuto de encuentro querían agradar a la afición congregada en las gradas del Jan Breydel en una noche fría en la ciudad medieval. Muy activo en los primeros compases del partido, Felipe Gedoz tuvo mucho protagonismo, siendo el primero en abrir las hostilidades por parte de los blauw-zwart. Sobre todo, una buena ocasión pasado el primer cuarto de hora, con un remate que Andersen lograba desviar.

El FCK de Solbakken respondería de manera inmediata. Dos ocasiones por medio de Mikael Antonsson y de Alexander Kacaniklic pusieron el nerviosismo en las gradas del Breydel, que contemplaba a un rival sin complejos ante un buen Brujas. Sin embargo, sólo sería un pequeño espejismo. Los daneses nadaban y guardaban la ropa con un planteamiento conservador, esperando un fallo del rival que pudieran aprovechar.

Otra vez Gedoz, pasada la media hora de partido, protagonizaba una nueva ofensiva del conjunto belga con un disparo flojo y centrado, fácil para el guardameta escandinavo. Ya en la segunda mitad, el Club Brugge apretó los dientes para tratar de ganar el encuentro. Sin casi tiempo para acomodarse tras el descanso, un violento lanzamiento de falta del chileno Nicolás Castillo se estampaba en la parte superior del larguero y se perdía por la línea de fondo.

Siguió insistiendo en su plan el conjunto dirigido por Preud’homme, y aunque no sufría en defensa, le costaba generar ocasiones de gran peligro sobre el marco danés. La escuadra de Solbakken esperaba paciente su momento de atacar y marcar, sin perder la compostura ni los nervios con el paso de los minutos. En esos instantes lograba lo que quería, mantener la puerta a cero y no dejar atacar con fluidez a los belgas.

Los cambios no variaron el escenario del partido en la última media hora de partido. Los locales se estrellaban contra una roca que había que desarmar golpe a golpe con mucha paciencia, como el agua desgasta a la montaña gota a gota. Los daneses, pétreos y sólidos, no buscaban con excesivo ahínco lanzarse al ataque, simplemente esperaban que el momento llegase.

Los últimos diez minutos, con el Brujas arriesgando mucho, fue el momento elegido por Solbakken para que los suyos dieran un paso adelante. Encontraron el premio a su trabajo por medio del zurdazo de Amartey, pero el fútbol, acusado de injusto, impartió su ‘peculiar justicia’ y permitió que en una jugada elaborada del Brujas, cuando todo parece dispuesto para mandar balones a ‘la olla’ y entrar con todo por arriba o a la segunda jugada, empatara el partido.

Víctor Vázquez, que llegaba desde atrás, entendió bien el pase de Refaelov y aprovechó la carrera para ponerla con suavidad y por abajo al palo largo, en un toque de gran calidad que permitía suspirar de alivio al Brugge y repartía los puntos en el Jan Breydel en un partido igualado.