Semifinales de Champions League. Máxima exigencia en un apretadísimo calendario en el que las piernas comienzan a pesar y los músculos se resienten ante el temor psicológico de perderse una cita mundialista que para algunos será la última a su mejor nivel. Cualquier detalle puede decantar una eliminatoria igualada que da acceso al escalafón que diferencia la brillantez de la excelencia. Una excelencia que pretende recuperar el Bayern en su juego, espeso y ligeramente aletargado desde que se proclamaron matemáticamente campeones de la Bundesliga. Ha llegado la hora de la batalla decisiva y el guerrero bávaro necesita todas sus armas para el combate. Es momento de afilar los cuchillos, en la guerra de la gloria deportiva continental el adversario no tiene piedad y busca cualquier agujero en la armadura germana.

El Bayern llega a la capital española con bastantes más dudas de las que despertaba hace apenas un mes, cuando era un equipo prácticamente invulnerable que apuntaba con autoridad hacia la reedición de la triple corona. Cuando el azar emparejó en cuartos de final a los alemanes con el caótico Manchester United, muchos esperaban una humillación histórica pero los ingleses cayeron con dignidad y plantaron cara durante muchos minutos del doble enfrentamiento. Ronda superada. Un paso más hacia Lisboa pero con titubeos como compañeros de viaje. Luego llegó la confirmación matemática de un nuevo entorchado en el campeonato alemán y la consiguiente bajada de tensión competitiva, como ha reconocido el propio Arjen Robben en la rueda de prensa previa al duelo de esta noche. Ahora los rivales parecen haber encontrado un antídoto de alto riesgo pero al alcance de los bolsillos más pudientes. El Núremberg ya lo insinuó con un agresivo planteamiento de su técnico Verbeek y el Borussia Dortmund lo perfeccionó asaltando el Allianz Arena en una aciaga tarde del gigante bávaro.

La ocupación de los espacios en la presión alta confeccionada por Klopp es un entramado complejo, pero al alcance del conjunto de Ancelotti, que cuenta con Pepe y Ramos, dos baluartes para defender lejos de su portero. Se trata de un plan atrevido que conlleva acumular efectivos en campo contrario sin balón, con el peligro de recibir un gol tempranero que marque la eliminatoria. Falta saber si el técnico italiano tomará el riesgo de apretar a su poderoso rival disputando el primer partido en su feudo después de las dudas que despertó el anterior viaje de su equipo a Alemania. Aún por descubrir el planteamiento inicial del ex entrenador del PSG, parece claro que los rivales han encontrado un camino para poner en aprietos a un conjunto que infundía un temor casi abusivo por allá donde pasaba.

Atascados en la salida de balón y sin el desequilibrio en el regate para superar las líneas de presión que podía aportar Thiago Alcántara, la solución más eficaz para iniciar las jugadas parece una salida rápida por el costado izquierdo. En el estilo del Barcelona más brillante de Pep, mortífero en zonas interiores por su excelsitud asociativa, aún es valiosísimo este automatismo heredado de la etapa de Heynckes. Alaba encuentra una primera recepción cómoda y se asocia con Ribéry. El galo amaga con el desborde hacia afuera y el austriaco dobla por dentro. Una solución lejos de la complejidad pero complicada de defender para el adversario. Herir al rival con su propia arma, puesto que el joven de origen filipino completa un movimiento ofensivo que marca diferencias muy similar al del madridista Marcelo.

Uno de los principales motivos para la llegada del técnico catalán al banquillo del Allianz Arena fue el intento de que trasladase a Baviera la perfección mostrada por el FC Barcelona durante su ciclo ganador. Guardiola ya ha cosechado su primer éxito en forma de título liguero pero el actual Bayern aún dista bastante de lo que fue su mejor Barça. Sin embargo, el de Santpedor, apasionado de los detalles al que no le gusta dejar ningún cabo suelto, ha sabido seguir explotando su poderoso flanco izquierdo. La sociedad francoaustriaca puede ser un quebradero de cabeza para Carvajal, que ya la sufrió la campaña pasada con el Leverkusen, pero que deberá enfrentarse nuevamente al reto con el agravante de debutar en unas semifinales de Champions League. Será de capital importancia que su compañero de banda le ofrezca ayudas constantemente. Si Ancelotti se decanta por Bale y el galés no aplica el retorno defensivo como en varios encuentros esta temporada, el Real Madrid se puede encontrar con una peligrosa vía de agua. Alaba y Ribery, un tándem demoledor, el equilibrio desequilibrante.