En un duelo que desde antes se anticipaba como intenso, de mucho que ganar y también mucho que perder para ambos, Irapuato recibía a los Estudiantes tamaulipecos, que trataban de aprovechar el rival para colarse a la Fiesta Grande, y lo aprovechó.

Ni guanajuatenses ni tamaulipecos habían sido capaces de generar algo de verdadera relevancia en el inicio del encuentro, que había sido hasta cierto punto atropellado, ya que se pudieron apreciar muchas faltas y poco, pero muy poco fútbol y ocasiones de peligro.

Cuando el partido estaba en su momento más flojo, al minuto 25 apareció Eduardo dos Santos aprovechando un descuido defensivo para adelantar, en ese entonces, a su escuadra y comenzar a despedir a Irapuato, de su tenebrosa campaña.

Los locales intentaban responder luego de la anotación, con algunos centros al área y con algunos intentos de jugada colectiva, pero aunado a la poca profundidad de Alam Bello, la buena marcación defensiva impedía cualquier acercamiento a su arco.

Ya en la segunda parte, Altamira había bajado considerablemente los descíbeles, si es que así se le puede decir, pues en el primer tiempo quedó a deber de alguna forma, a pesar de la anotación.

Conforme el paso del tiempo los equipos se fueron desdibujando, sí bien habían podido generar algunas jugadas que terminaran con centros, en la parte complementaria eso desapareció y por ende, el espectáculo también.

A final de cuentas, el resultado le terminó favoreciendo por lógica a Altamira, pues terminó calificando a liguilla de manera directa, sin esperar resultados de nadie, algo de lo que toda la semana se temía.