Decepcionante y calamitoso ha resultado el actual torneo de la Liga Bancomer MX en cuanto a calidad futbolística. Pobres son los números que arroja debido a la desesperante irregularidad en la que se han visto inmersos prácticamente todos los equipos, salvo las celestes y diablas excepciones.

Equipos con poco más del 60% de efectividad llegan inverosímil y esperanzadoramente a esta última jornada con posibilidades de colarse a la fiesta grande. Ya no estamos hablando de que se clasifiquen los mejores equipos del torneo, sino de que entren los menos malos a esta etapa eliminatoria, todo ello fomentado por el tan siempre complaciente y criticado sistema de competencia.

Fuera de Cruz Azul y Toluca, es complicado pronosticar qué equipo puede pelar de forma solida e irrefutable el título, pues el desempeño de las demás escuadras resulta pobre y minúsculo comparado con lo hecho por Cementeros y Diablos, quienes han dominado el torneo de punta a punta.

Inconcebible que a esta fecha lleguen sólo tres equipos con boleto asegurado. Más que hablar de competitividad y que cualquier equipo puede vencer a cualquier otro, debemos ser autocríticos y exponer un juicio certero y prudente de lo que el presente campeonato nos ha dejado. El paupérrimo y lastimoso nivel exhibido en estos meses debe obligar a fomentar una mejor y mayor competencia, pues últimamente estamos acostumbrados a ver partidos, ya no de buena, sino de mediana calidad  hasta la etapa de Liguilla, donde los equipos se juegan “el todo por el todo”.

Más que claro que la Liguilla es punto y a parte en nuestro campeonato. Es en esta etapa donde podemos disfrutar aunque sea un par de semanas de “buen” fútbol, mismo que quisiéramos ver gran parte de la campaña regular. El gol de visita ha sido un plus en esta etapa final, pues hemos visto como tanto el visitante como el local se esfuerza en proponer, jugar de forma más abierta y por ende brindar más espectáculo.

Habrá que esperar, como cada semestre, a que los equipos clasificados se preocupen por jugar de mejor forma en aras de competir por el título, pues resultaría reprochable que estando en una etapa definitiva, nos sigan regalando el triste espectáculo del que hasta hoy hemos sido espectadores.