Fueron 12 majestuosas águilas, 11 jugaron y una mas rugió entre las piedras del Estadio Azteca que retumbaron por todo México haciendo vibrar hasta los más indiferentes a este juego que llamamos fútbol.

Y es que lo que se vivió ese domingo 26 de Mayo del 2013, pocas veces el deporte lo ha visto; un equipo que apostó a toda su grandeza en los pies de cada uno de sus jugadores, cuerpo técnico, directiva y afición y que en los últimos 5 minutos de vida, se levantó de las cenizas para sobrevivir ante una latente muerte anunciada y darle la vuelta a unos temerosos hombres de azul y blanco.

El América y sus casi 90 mil espectadores, testificaron como el equipo más grande de México levantó su onceavo titulo de los pies del denunciado Miguel Layún desde los 11 pasos del punto penal para coronarse en una épica final contra uno de sus mas acérrimos rivales como lo fue ese día de forma sombría el Cruz Azul.

América tuvo valor, coraje, delirio y fuerza para dejar hasta la última gota del cansancio que 10 azulcremas tuvieron que soportar durante 106 minutos después de la expulsión al minuto 13 de Jesús Molina, al trabar a Pablo Barrera en una descolgada que lo dejaba casi solo contra el portero azulcrema, Moisés Muñoz.

Honor a quien honor merece y este equipo merece ser honrado por los cielos, la tierra y el terreno que lo vio coronarse como el Campeón del Fútbol Mexicano. Fue una apología que los jugadores convirtieron en leyenda para guardar la onceava corona en las vitrinas del Club América.  

Esta proeza será recordada dentro de la mente de cualquier equipo del fútbol nacional y retumbará en los ecos del Azteca a todo aquel que siga pronunciando su odio ante la gloria americanista forjada a lo largo de los años y valorada por triunfos heroicos como el de hace unos días.

Por eso, todo aquel que lo odie, ódielo más hoy, odie al Campeón cuando no encuentren ninguna explicación, odie al Campeón cuando caiga y les provoque alivio a su razón. Sólo no se atrevan a pensar que su odio lo hace más grande, porque grande nació, y cuando volteen al verlo volar en lo más alto, que el reflejo del sol no los ciegue; porque el América cada vez es más grande desde el día que ascendió y replegó las alas para elevar su camino entre los colosos del cielo que intimidan a la historia y enuncian su leyenda.

Felicidades Campeón.