Justo esta semana de Clásico Nacional me puse a revisar las declaraciones de ambos campamentos, principalmente de América, y me encontré con declaraciones muy hechas, todo muy diplomático y cordial, como si existiera un manual que los jugadores hubieran leído previo a dar sus impresiones sobre el partido más importante que hay en el torneo.

Después de todo esto, eché la mente atrás, unos quince años, poco más, poco menos, recordando a mi abuelo autonombrándose como el anti chiva número uno y a mi tío, recordándome que este era el partido que menos podíamos perder. No se si era muy niño para asimilar ciertas cosas relacionadas con la pelota, pero crecí con la mente clara sobre lo que representaba una rivalidad entre América y Guadalajara.

Con el tiempo me fui dando cuenta de situaciones que chocaban lo que me inculcaron tiempo atrás: jugadores que iban de un equipo a otro como si cambiaran de domicilio, intercambio de horarios entre ambos clubes por disposición de la televisora, exposición mercadológica como si se tratara de vender un producto de novedad. Todos estos aspectos que golpean directamente en la esencia de una entrañable rivalidad.

Seguro que José Antonio Roca y Fernando Marcos, o el ‘Tigre’ Sepúlveda y Salvador Reyes perderían todas las ganas de volver del más allá para ver lo que con sangre, sudor y picante forjaron hace casi sesenta años.

Sin embargo, hay algo que todos los manoseos que nuestro preciado Clásico ha recibido no pueden tocar: la pasión del hincha. No temo a equivocarme que tanto azulcremas como rojiblancos aun buscan en el calendario al inicio de temporada la fecha en la que se juega el América - Chivas, me atrevería a firmar con sangre que una noche antes del partido más de uno (me incluyo) no puede dormir por la ansiedad de que llegue la hora del partido, seguro que no deja de haber quien al termino del juego derrama una lagrima, ya sea de alegría por la victoria o de sufrimiento por perder con el odiado rival.

Y es que el Clásico es de la gente, no de los discursos que se acercan más a campaña de político en elección; el Clásico es de “Los enanos nunca crecen” y “Con esta tienen”, no de las televisoras; el Clásico es tuyo, es mío y de todos los que el sábado lo vamos a seguir desde el Estadio Azteca o en cualquier rincón de México, porque a fin de cuentas es eso, es nuestro Clásico Nacional.