Final de ida de la Copa de campeones de CONCACAF, la ciudad más grande del mundo se paraliza cada vez que América se juega algo importante, en los últimos años es habitual ver a los azulcremas pelear la punta de todo campeonato, es por eso que su afición se volcó a las calles para emprender la travesía al Coloso.

La gran convocatoria de las Águilas hace ver insuficiente toda vialidad, incluso el sistema de transporte colectivo, siendo este de los más eficientes a nivel mundial, la explanada de Tlalpan es tomada por un tumulto de gente que aunque en su mayoría no contaba con un boleto para presenciar el primer capítulo de la final, hacía lo posible por acceder al recinto, las taquillas fueron decoradas con carteles que anunciaban una venta total del boletaje, aunque por cuestiones de seguridad no se vendieron todas las localidades.

América debe ser el equipo con mayor diversidad de aficionados en el futbol mexicano, gente de todas clases sociales, nacionalidades, religiones y costumbres se dan cita para ver al equipo más grande de México, es por eso que el acceso a las gradas resulta tedioso, pues el número considerable de asistentes obliga a la logística del estadio a ser meticulosos con el ingreso de estos. Largas filas adornaban los accesos a las gradas que de apoco se colmaron de estudiantes, familias nutridas y muchos aficionados que arriba del traje llevaban puesta la camiseta azulcrema, pues no importa desde que punto de la ciudad se encuentren, todos acuden a ver al América sin importar la travesía que esto implique tanto de ida como de regreso a sus hogares.

Comienza el partido y el cuadro azulcrema es acompañado con su habitual grito de guerra ¡Vamos América! El graderío quiere explotar desde el minuto 1', sin embargo esa confianza que refleja el equipo en sus aficionados se vería afectada con la sorpresiva anotación de un equipo limitado técnica y futbolísticamente, pero que se plantaba con “personalidad” al equipo más ganador de México.

La afición no se viene abajo y arenga a sus jugadores a seguir yendo al frente. Las 'Águilas' intentan por ambos sectores, tiros fuera del área, caños, tijeras y esa zurda endemoniada de Rubens que parece tener un imán con la de cuero deleitando el paladar de la afición americanista. El equipo no bajaba los brazos, intentaba de distintas formas perforar lo que parecía un vulnerable arco visitante. Así como el primer tanto del encuentro, de manera sorpresiva el abanderado decide anular una anotación legítima por parte de Arroyo, que arrancaba en buena posición, sin embargo, la bandera levantada indicaba que el partido continuaba con los locales abajo en el marcador.

La desesperación iba en aumento, puede ser ese el factor que influyera para que algunos de los elementos americanistas entraran en una frustración que les impedía desempeñarse tal y como lo exige la afición. América estaba bien parado en el césped, pero enfrente tenía un equipo entero “colgado del arco”, por lo que un cambio táctico no era la opción, no obstante, las 'Águilas' pedían a gritos un revulsivo anímico.

De este forma ingresaba al terreno de juego Oribe Peralta con todas las ganas de empujar al equipo y evitar un desastre en la final, Peralta daba la impresión de volver a ser aquel jugador que a base de garra y corazón se llevaba el equipo al hombro consiguiendo cosas importantes para Santos, le gente apreció el esfuerzo del equipo y nuevamente se alzó en una sola voz al unísono que replicaba a la gran actitud de los jugadores ¡Vamos América! Gritaba el Coloso entero que parecía despertar de un sueño amargo y con ello los 11 vestidos de crema iban al frente sin especular.

A minutos de terminar el encuentro 'Cañito' ponía el balón en los linderos del área para ejecutar una falta, cansado de bailar a los rivales y hacerles ver su lentitud física y mental se disponía a meter un centro al área; apuntaba, fintaba y con la izquierda puso el balón en el corazón del área para que Peralta llegase a rematar con todo el coraje, incrustando la pelota en medio del arco para toda la alegría de la gente que estallaba en un grito de rabia, de alegría o tal vez de alivio.

El partido culminó en un empate que deja insatisfechos tanto a los jugadores como a la afición, sin embargo en América nadie baja los brazos; la camiseta, los jugadores, cuerpo técnico y afición, todos juegan. Es por eso que hoy más que nunca América necesita de sus aficionados, los verdaderos americanistas, esos que como ayer dejaron todo en su vida cotidiana y se fueron al Coloso para alentar a su equipo poniéndole el hombro a la situación y acompañando a las 'Águilas' que tantas alegrías han brindado, esos que gane o pierda el equipo, siempre estarán con la camiseta bien puesta apoyando desde general, preferente, especial bajo o donde sea que se ubiquen, siempre estarán ahí para romper los decibeles entonando ¡Vamos América!