Ciento veintiseis días tuvieron que transcurrir para que América volviera a festejar un triunfo como local en fase regular.

La tarde de este sábado, jugadores, cuerpo técnico y directiva azulcrema se quitaron un enorme peso de encima derrotando a Santos Laguna e Ignacio Ambriz pudo elevar su productividad y eficacia en el Estadio Azteca, sí, ese recinto sagrado que ha sido una fortaleza para las Águilas durante casi medio siglo, aunque desde el arribo de Nacho al taburete crema pareciera que es un factor en contra, pues basta recordar las palabras del timonel americanista luego de la caída ante Pachuca. "No sé si la presión de jugar en casa no sea cómoda, no sé si no los motivé (a los jugadores) previo al juego".

Cinco triunfos, dos empates y seis derrotas son los registros de los emplumados en Liga jugando en el Coloso de Santa Úrsula bajo la dirección técnica de Ambriz. El americanismo demandaba un triunfo en la Jornada 5 y para su beneplácito llegó. Debido a la urgencia de un resultado positivo, quizá gran parte de la parcialidad azulcrema pedía una victoria a cualquier precio, tal como sucedió. En 450 minutos de temporada, la mejor versión de América se ha visto en el segundo tiempo contra Atlas, el primer tiempo ante Dorados y en los últimos 15 minutos del emparejamiento contra Santos Laguna.

En el Nido de Coapa pueden alardear que se ubican entre los mejores cuatro lugares de la Tabla General, además de poseer la tercera mejor ofensiva y ser el segundo equipo con menos goles encajados del certamen doméstico. Las estadísticas arrojan cierta pertenencia y únicamente no se contalibizaron unidades en la tercera fecha. Sin embargo, el nivel y funcionamiento del equipo liderado por Ignacio Ambriz no esperanza, este América sigue mostrando ligera dependencia de virtudes y destellos individuales de algunos elementos como ocurrió ante la escuadra de Torreón, ya que rebasando mediocampo, la conjunción y conexión existente entre mediocampistas y delanteros es incompleta

La agrupación capitalina batalla para generar y hallar espacios en zona enemiga, al igual que para abrir defensivas rivales, sobre todo jugando en el Estadio Azteca. Centraliza mucho su juego debido a que Rubens Sambueza y Michael Arroyo, los volantes-extremos del equipo suelen aparecer a perfil cambiado, viéndose en la necesidad de recortar hacia el centro para encontrar una postura más cómoda, específicamente el casaca #14. Es por esta razón que América padeció en demasía la ausencia de Paul Aguilar, quien se convierte en una válvula de escape por la pradera derecha simulando una función de extremo cuando se incorpora al ataque, y vaya que asume dicha condición extraordinariamente. Bryan Rabello no me dejará mentir.

El mandamás amarillo sabía que era obligatorio ganar y fue mayor su miedo de perder la ventaja que su afán por intentar seducir al respetable y buscar ser más agresivo contra un Santos Laguna que lucía aterrorizado, haciendo pensar que se plantó en la cancha tratando de conservar imbatida su portería e intentando con la velocidad de Djaniny Tavares y Andrés Rentería, en conjunto con algún desacierto de la zaga americanista, encontrarse un gol.

Esta conquista permitió que la afición azulcrema no despidiera a los suyos con rechiflas por tercer encuentro consecutivo, no obstante, estoy convencido que las dudas siguen en el aire y se irán aclarando con el paso de las jornadas. De momento, el América de Ignacio Ambriz está lejos de maravillar y más aún en año de centenario, al menos para su servidor.