La treceava jornada del Apertura 2014 dará paso a un enfrentamiento entre dos equipos históricos del fútbol mexicano; el sábado por la noche, en la cancha del Nou Camp, León y Guadalajara escribirán un capítulo más en una añeja historia con pasajes bastante llamativos. De entre ellos, por ejemplo, uno sucedido en el año de 1998 cuando Chivas demostró en casa de los guanajuatenses que tenía pinta de campeón.

Corría la fecha 15 del Invierno 98 y Guadalajara, tras darle el espaldarazo a Ricardo Ferretti, quien un torneo atrás no había dado los mejores resultados, ahora demostraba su gran valía y era un equipo avasallador. La calidad del Rebaño no se ponía en tela de juicio, pues contaba con grandes figuras del fútbol mexicano como: Ramón Ramírez, Ricardo Peláez, Luis García, Claudio Suárez y Jesús ‘Cabrito’ Arellano. Asimismo, era complementado con otros jugadores bastante efectivos también, tales como: Paulo César ‘Tilón’ Chávez, Alberto Coyote, Manuel Martínez y Marco Antonio ‘Chima’ Ruíz, que demostraban que se podían formar grandes planteles en base a jugadores mexicanos exclusivamente.

Chivas, con Ferretti al mando, terminó el torneo con 34 goles

Por su parte, con Alberto Guerra al mando, León no venía de dar sus mejores juegos y ahora era el turno de la leyenda argentina, Carlos Babington, de demostrar que los Panzas Verdes, con Ángel David Comizzo, Sigifredo Mercado, Alberto ‘Guamerú’ García, Camilo Romero y un tridente ofensivo de poder conformado por los goleadores Lorenzo Sáez, Hernán Medford y Everaldo Begines; tenía con qué revertir el paso negativo y terminar con decoro el torneo.

Los esmeraldas comenzarían ganando con un penal anotado por Sigifredo Mercado. No obstante, el poderío de los rojiblancos era tal que, tan solo dos minutos después, Ricardo Peláez, con el sello de la casa, remató de cabeza para empatar los cartones. La situación se tornó aún mejor, cuando a tres minutos del final de la primera parte, Ramón Ramírez asistiera a ‘Cabrito’ Arellano y se diera la voltereta que pusiera al frente a su equipo.

Para beneplácito de la nación chiva, Ramón dio uno de esos juegos memorables ya que, no conforme con su asistencia, marcó en par de ocasiones en la segunda mitad y, para cerrar con broche de oro el histórico, Coyote, puso el punto final con un tanto desde el manchón penal.

Guadalajara así se confirmaba como uno de los mejores equipos del torneo y, a la postre, calificaría a la liguilla como tercer lugar de la tabla general, accediendo a la final del fútbol mexicano, cayendo con uno de los máximos exponentes mexicanos de la década de los noventas, Necaxa.

Los 34 goles de Chivas ese torneo, hoy ponen nostálgica la situación. Más aún, cuando aquel torneo –y el partido en particular– ejemplifican muy bien parte de esa esencia que debería caracterizar a Guadalajara y que hoy en día está perdida. En primera, que una base de mexicanos podría ser tan sólida como una conformada por mexicanos y extranjeros; en segunda, que el complemento de un buen ataque debe ser un conjunto bien armado –Chivas tenía a tres grandes goleadores como Luis García, Ricardo Peláez y Manolo Martínez, pero todas sus líneas tenían al menos una figura– y, por último, dar oportunidad a un buen proceso técnico –‘TucaFerreti no la había pasado bien un torneo anterior, pero demostró que podía llevar a Guadalajara a lo más alto–.