Y es así. El proyecto ambicioso, portentoso y audaz de un Cruz Azul que pretendió conseguir la gloria del Futbol Mexicano, misma de la que hace más de 17 años quedó distanciada de un equipo que nació grande, nunca fue realidad; un equipo insulso que saltó al terreno de juego disfrazado de azul, pretendió emular lo que en antaño, se conocía como grandeza. 

Atrás quedaron los días en los que por los campos de La Noria, se podían mirar a los mejores mexicanos y extranjeros del balompié nacional, jugar para una institución que fue concebida para escribir su nombre con letras de oro en nuestro futbol. Visionario y audaz, Guillermo Álvarez Macías fue precursor de un club capaz de meterse a la cancha del Estadio Azteca para robarle protagonismo a los entonces cremas e incluso, orillarlos a compartir su casa, tras convertirse en fieles testigos del nacimiento de un equipo que enamoró al más exigente; La Máquina nunca tuvo tanto sentido.

Marín, Bustos, López Salgado, 'Centavo' Muciño, Quintano, 'Kalimán' Guzmán, Flores... nombres que quizá, se lean demasiado rápido para entender con exactitud, el significado que para la intitución cementera representan. Si Cruz Azul entró a los corazones de millones de aficionados, los nombres anteriormente mencionados le dieron razón de ser a la elección del color azul para jurarle amor eterno.

Libre, suelto... de pasión por el juego. Sí, algún día La Máquina entregó esa versión para proclamarse tetracampeón de nuestra liga y pintar una década de azul. Qué lejos quedaron esos días.

Hoy, todo lo que redacté antes, luce como historia de otro equipo. Hoy, no queda nada de aquella década de los 70's. Hoy, no queda nada de ese amor propio que un puñado de valientes, mostraban en una cancha de futbol en los momentos de apremio... hoy, ese Cruz Azul es un simple y vago recuerdo.

¿Enojo, tristeza o desilusión?

Para los celestes, la inercia de fracasos que arrastra La Máquina parece haberlos dejado en el letargo de un sueño del que dolorosamente despertarán una y otra vez, para mirar al de al lado y preguntarse... ¿cuándo me pasará a mí?

Una dirigencia que ha omitido el valor y la importancia de su afición, misma para la que no ha podido trabajar de manera eficiente para entregarle un título de liga que le regale salud, vitalidad, fuerza y sobre todo... orgullo; ese que antes, sobraba.

Problemas internos de escritorio, promotores con altos niveles de autoridad, técnicos con poco margen de decisión y claro... un grupo de jugadores distanciados de los orígenes y grandeza del club celeste, dan como resultado lo que para muchos es un fracaso más y para otros es lo cotidiano. Cruz Azul es responsable de su propia suerte al convertirse en una institución alejada de sus gloriosas raíces y que prefirió divagar por la dirección más cruel y dolorosa que pudo encontrar... la derrota.