Nació un 15 de septiembre de 1948 en Taxco, Guerrero, un legendario futbolista mexicano. Con visión de peligro, destreza y sobre todo gol. Siempre acechando el balón, en espera de un descuido rival para acertar su disparo hasta el fondo de las redes.

Un soldado impulsado por la inercia de un equipo que marcó época y aprendió a consumar su grandeza, Horacio López Salgado hizo suya cada jugada de área. Refrescar la historia cruzazulina con momentos y jugadores que dieron entrega, satisfacción, y corazón a los aficionados e institución, no merece menos que ser homenajeados y recordados por siempre. Horacio Salgado, una de las grandes figuras del futbol mexicano vivió su mejor etapa como futbolista en el Cruz Azul.

En la actualidad y desde hace muchos años, entrenador de divisiones inferiores dentro del equipo de La Noria, debutó en 1967 con el América alcanzando su primer campeonato bajo la dirección técnica de José Antonio Roca. Sin embargo no siguió luego de que, por decisiones de la directiva abandonó el club azulcrema. Fue convocado a la Selección Nacional y con el tricolor sumó 48 partidos, patentó 13 anotaciones y fue mundialista en 1970.

Pero para Horacio, lo mejor apenas comenzó en su camino con La Máquina Celeste cuando cumpió 23 años en la Temporada 1971-72. Salgado marcó 133 goles vistiendo los colores de Cruz Azul, convirtiéndose en el segundo jugador con más goles en la historia del club.

Sumó cinco de las ocho estrellas al escudo. Además de celebrar un Campeonato de CONCACAF, un Campeón de Campeones en 1974. Vivió el inicio de un clásico de gran rivalidad y pasión contra el América, y logró levantarse gracias a la potencia de sus piernas y su certero remate de cabeza como campeón de goleo en la temporada 1974-75 con 25 tantos.

Sufrió un Subcampeonato de liga en la temporada 1980-81 y resaltó con el resto del equipo en las dos giras a España, donde el cuadro celeste ganó el Torneo de Almería en 1979 y el de Burgos en 1980. Después de 11 años con el cuadro celeste, se marchó al Necaxa para continuar su carrera y retirarse a sus 35 años de edad, en la temporada 1982-83.

Hoy con 66 años, aquel hombre que enloquecía las tribunas y se robaba los reflectores en cada encuentro, sigue a la espera de ver campeón al equipo que le robó su corazón.