9 de Diciembre de 1997, el minuto 100 de la final corría en León, la perla del bajío veía como Carlos Hermosillo con la cara bañada en sangre causada por una agresión del arquero de los esmeraldas Ángel Comizzo anotaba el penal que le daba su último título a la Maquina y rompía una racha de 17 años sin ser campeón, situación que fue superada recientemente por los 18 años que se consumaron sin volver a dar la “vuelta olímpica”.

Cada semestre en Cruz Azul se habla de romper la malaria y devolver al club a su época de imponer miedo a los contrincantes.

Benjamín Galindo, Enrique Meza, Rubén Omar Romano,  Isaac Mizrahi, Guillermo Vázquez y hasta Sergio Bueno son los técnicos que han buscado terminar con esta situación sin embargo ninguno de ellos han tenido el planteamiento propicio para lograrlo, todos se han distinguido  por algo: falta de hambre para liquidar al rival.

¿Cómo no recordar aquella final perdida en contra de Toluca cuando se le facilitó al rival una victoria por 2 goles en casa?

O en contra de Monterrey a quien se tenía acribillado 3-1 en su casa y no solo se le dio vida si no que lo se le dejo remontar e ir al Estadio Azul con un 4-3 en contra.

Y la verdad es que ni ganas me dan de mencionar la última, aquella famosa noche del 26 de Mayo en el Coloso de Santa Úrsula.

Pero el punto principal de hoy no es recordar aquellas caídas, si no hablar (una vez mas) de porque los cementeros podrían levantar la novena.

Tomas Boy necesitaba un equipo con más ambición que los pasados que había dirigido, un equipo en el que se le exigiera todo, y este es Cruz Azul, mientras que la maquina requería desde hace años un técnico que tuviera la sangre y pasión del Jefe, que le inyectara animo a un equipo que después de año y medio sin clasificar tiene un serio apartamiento con su afición.

En todas sus líneas Cruz Azul tiene jugadores de categoría, hace mucho que no se le veía un armado tan completo en su cuadro, durante años siempre los celestes tenían dolencias graves, falta de gol, un mediocampo que no daba soluciones, una defensa en la que no había garantías, una portería inestable en las épocas de Yosgart y Alfonso Blanco, un cuadro bastante viejo o uno falto de experiencia pero siempre con algo terminaban sufriendo los de La Noria.

Hoy en Cruz Azul se tiene la definición del Conejo Benítez, la velocidad de Joao, la potencia de Guerrón, el amor a la playera del Cata, la experiencia del Maza, el liderazgo de Corona y Torrado, el manejo del partido de Ariel, la inteligencia de Víctor,  el toque de Leao y la entrega de Baca.

Este Cruz Azul tiene algo en particular que antes no tenía y es que gane, pierda o empate a la afición le gusta lo que le ve, porque observa a todo su equipo matarse en la cancha por su afición y puedo asegurarles que si a este equipo lo acompañan los resultados y nos regala un campeonato sin duda alguna se vivirá una de las épocas más bonitas en cuanto a la relación entre afición y jugadores.

“Billy” Alvarez poco a poco empieza a soltarle las riendas del equipo a su hijo Robin que parece que llega con más hambre y con muchas ganas de regresar a este club al lugar donde lo dejo su abuelo.

En mi vida entera amando a este club jamás recuerdo una racha como la que estamos viviendo de 3 torneos sin clasificar siquiera a Liguilla sin embargo algo puedo asegurarles, la noche es más oscura antes del amanecer. Y les prometo, el amanecer se acerca.

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Sobre el autor
Luis Peña
Fiel creyente de que el fútbol magnifica los sentimientos del hombre.