En la vida y en el futbol se cumplen ciclos; todo tiene un inicio y tendrá un final. Los futbolistas, en ocasiones parecen ser más que humanos; héroes, personas que representan y son seguidos por miles y miles de personas, pero ni ellos son exentos a la ley de la vida.

Uno de estos héroes es Miguel Calero, quien es sin duda, el máximo ídolo de los Tuzos del Pachuca. Poco a poco se convirtió en un referente para los seguidores del equipo hidalguense, esto debido a su profesionalismo y actuaciones en la cancha, además de su gran carisma y cariño brindado a los hinchas. Incluso, hasta la fecha los seguidores siguen recordando a su héroe, ya sea con mantas y canticos en el estadio o con fotos del cancerbero en diferentes negocios de la ciudad.

El adiós de las canchas del colombiano naturalizado mexicano se dio el 22 de Octubre del 2011. Esta fecha fue elegida por Calero, y el rival en turno no podía ser mejor escogido. El arquero tuzo eligió a los Pumas de la UNAM como su úultimo rival, ya que durante su carrera vivió ante los felinos, algunos de los más grandes partidos que jugó en su carrera, como aquella final por el título.

El partido fue una gran demostración de futbol, con llegadas en ambos marcos, jugadas a gran velocidad, disparos de gran manufactura y claro, no podían faltar grandes atajadas del hombre de la noche.

El primer tiempo se caracterizó por una serie de grandes jugadas que no se pudieron culminar de la manera esperada, debido a los lances y reacciones de ambos cancerberos.

El segundo tiempo continuó con esa tónica, destacando algunos disparos como los de Cortés y Ayoví, pero de nueva forma las figuras de Calero y Palacios se irguieron en la cancha. En la última jugada del partido, el juvenil delantero Eduardo Herrera se quedó cerca de marcar tras un cabezazo.

De esta manera, Miguel Calero se despidió de su afición con su marco imbatido como tantas veces durante su carrera, y fue despedido como la leyenda que fue por sus fieles seguidores. El cóndor emprendió su último vuelo, esta vez directo hasta la inmortalidad.