Hasta cierto punto, la actitud desgastada y hastiada del aficionado poblano hacia su equipo es razonable. Sí, se puede caer en el eterno romanticismo; ese que indica a rajatabla que se nace de un color y se muere del mismo sin importar los resultados. 

Pero es imposible hacerles entender a esos hinchas, que antes de cumplir diez primaveras, acudían al Coloso de Maravillas y siguen colmando sus butacas, las razones por las que el júbilo es recibido a cuentagotas y la tempestad a chubascos.

¿Qué se les puede decir cuando, recurrentemente, los jugadores que llegan no rinden vistiendo la Franja y torneos después, explotan y se cotizan tanto en la Liga como en el extranjero?

Enumero recientes: Lucas Silva, Hérculez Gómez, Nicolás Vigneri, Javier Cámpora, Matías Abelairas, Édison Toloza, Armando Wila y Carlos Sánchez.

"¡El problema son los técnicos, animal!", me gritan algunos con desesperación desde su cómoda butaca, llámese dispositivo móvil.

Saco mi tablita y les refresco la memoria con algunos ejemplos: 

Víctor Manuel Vucetich, cesado en el Clausura 2003, fue el creador de un Monterrey de época (2 Ligas, 2 Concachampions y 1 Interliga).

Sergio Bueno duró un torneo (Apertura 2011) al mando del equipo poblano. Tomó al reestructurado Chiapas FC; en dos torneos convirtió nombres poco relevantes en un sólido equipo, el cual entró a Liguilla.

A Juan Carlos Osorio se le enseñó la puerta de salida después de 11 jornadas; a partir de ese momento ha bordado 6 estrellas consecutivas en el Atlético Nacional y podría alzar, en unos días, la primera Copa Sudamericana en la historia del club.

La turbulencia que rodea lo que se realiza dentro rectángulo verde no es más que el resultado de lo realizado puertas hacia dentro de la imaginaria casaclub. Y es que la realidad demuestra que la marca Puebla FC es atractiva para pocas empresas. Prueba fehaciente de ello son las cinco distintas marcas, en seis años, que han vestido a la institución desde su regreso al máximo circuito.

Evidentemente, el problema no es la histórica institución en sí, sino los inefables manejos dentro de ella.

Si realmente fuéramos muchos más que 11, esto, ya se hubiera resuelto.