El Puebla FC parecía tener las armas suficientes para encarar el Clausura 2016 de una manera tan buena como lo había hecho un torneo antes. Después de todo, la efímera participación de La Franja en Copa Libertadores parecía no ser tan negativa, tomando en cuenta que el equipo se había nutrido en plantel como desde hace mucho tiempo no lo hacía y podía presumirse como un cuadro bastante respetable de cara al nuevo torneo.

Desde el inicio de la competencia, el equipo de Pablo Marini había demostrado tener las armas suficientes como para ponérsele de tú a tú a casi cualquier equipo. Obviando el juego ante Monterrey –por la Jornada 2– en donde fue superado con claridad, hasta la Jornada 7, Puebla encaraba sus encuentros de una manera plausible, llevando al rival a su ritmo, vulnerándolo con un juego prolijo y tesonero en extremo. La carta de presentación del Puebla era la inmediata recuperación del balón y la mediacancha se poblaba con jugadores con un desgaste remarcable que parecían sentar bases para una factible nueva liguilla.

La Franja sacó puntos de visitante ante América y Toluca y derrotó a UNAM. Jugando con suplentes, superó con brillantez a Atlas. La única espina, había sido su incorrecto manejo del segundo tiempo ante Pachuca, que terminó por remontar y golear al equipo. Incluso ante Sinaloa, manifestándose un tanto soberbio, Puebla pudo llevarse las tres unidades demostrando que, tanto colectiva como individualmente, tenía capacidad para cosas más importantes que la inminente salvación. Pero después llegó la debacle. El partido de la Jornada 8 –contra Santos– marcaría el inicio de un rumbo gitano y, a partir de ahí, Puebla no sabe lo que es ganar.

Desde la Jornada 8, la Franja no gana | Foto: VAVEL
Desde la Jornada 7, La Franja no gana | Foto: VAVEL

Y es justamente la palabra ‘gitano’ la que mejor podría definir el actuar de los Camoteros ya para la segunda mitad del torneo. Su juego en La Comarca, aunado al disputado ante Cruz Azul y principalmente ante Tigres, aún vislumbraba aptitudes que, de ser refrendadas ante rivales en el papel más accesibles, seguían poniendo al equipo al pie del cañón de cara a lograr sus objetivos. No obstante, dichas aptitudes no aparecieron ante Veracruz y Morelia y ya hacían cuestionar a la generalidad poblana con respecto a qué estaba pasando con el equipo que parecía ya no encarar cada juego con la misma intensidad.

Así como el tesón fue primordial para anular el potentísimo ataque de Tigres, la displicencia mostrada dos semanas antes –ante Tiburones Rojos– y una después –ante Monarcas– contradecía esa hambre tan característica del equipo en toda la ‘Era Marini’. La Franja ya no hacía por la bola como antaño, ya no priorizaba con la inmediata recuperación y su defensa, que ya había acostumbrado a las buenas actuaciones, comenzaba a hacer agua.

Cuando la crisis parecía ya estar evidenciada, la puntilla final la dio Guadalajara en el último partido, desnudando a unos Camoteros que, por opinión generalizada, brindaron su peor juego en las 30 jornadas ligueras que contabilizaban con Marini. Errores de concentración, nula intención de recuperar el balón de manera prioritaria e incluso cierta temerosidad de los jugadores desequilibrantes del plantel por hacerse del esférico, fueron conjugados para enervar a los seguidores del Puebla, mismos que ya cada vez ven más lejana esa magia del pasado que parece haberse extinguido en la actualidad.

Han dejado de mostrar actitud de lucha e instinto de supervivencia.

El enojo, tanto con jugadores como con DT, hoy en día, parece tener argumentos firmes para existir. No obstante, la verdadera situación a resolver es el porqué del cambio tan radical en actitud y juego de La Franja en esta recta final del torneo. Queda claro que los resultados no siempre se van a dar. Aun así, cuando la actitud es notable, los reproches son reducidos y las dudas no tienen cabida. El problema es que Puebla ya no tiene una actitud notable.

Cuesta trabajo pensar que todo está bien en el seno camotero. Factores varios parecen ser factibles de cara a encontrar una respuesta a la negatividad de resultados. Sin embargo, hasta el momento ninguno ha salido a la luz, remitiendo todo a un ‘mea culpa’ de Marini posterior al último partido y a la autocrítica de algunos elementos del plantel que reconocen baja en su rendimiento.

Mientras no haya aclaración al respecto, la única exigencia del Puebla, a partir de ahora y hasta el final del campeonato, será recuperar esa mística que posibilitaba al equipo a ganar ante cualquier rival y dejaba tranquila a la tribuna por el esfuerzo innegociable que mostraban los elementos del plantel. La benevolencia de la Liga MX, podría jugar a favor, justamente si eso a lo que se está haciendo alusión vuelve ante León y continúa las tres jornadas consecuentes.

No obstante, de no ser así, no sorprendería ver a un Puebla retomando esas impredecibles aras de renovación que ha tenido como mala costumbre cada verano y, entonces sí, esperar que todo vuelva a ser tan perfecta y dificilísimamente alineado para volver a encarar un descenso y una potencial aspiración a liguilla tan bien como lo hizo en el Apertura 2015