Era el mediodía del domingo 20 de abril de 2008 en la capital del Estado de Puebla. El equipo local recibía a los Tuzos del Pachuca en el marco de la Jornada 15 del Clausura 2008 de la Primera División del futbol mexicano.

No era un partido cualquiera. A tres juegos de terminar el año futbolístico, Puebla era, junto a Veracruz, el protagonista en la lucha por no descender a la categoría de plata. En la fecha anterior, ‘camoteros’ y ‘escualos’ se habían visto las caras en el Puerto y los angelopolitanos se habían impuesto, sin embargo, Veracruz se mantenía con vida al haber vencido a Jaguares en condición de visitante.

Por ende, para Puebla era crucial ganar. La afrenta no sería para nada fácil puesto que el equipo hidalguense saltaba a la cancha del Cuauhtémoc con quizás el mejor equipo de su historia. Miguel Calero, Leobardo López, Gabriel Caballero, ‘Chaco’ Giménez y Juan Carlos Cacho eran algunos de los nombres de ese plantel.

El equipo entonces dirigido por ‘Chelís’ Sánchez Solá presentó en su cuadro titular a Javier Cámpora. El argentino había sido contratado para dar soluciones frente al marco rival, pero llegaba a la Jornada 15 sin haber anotado ni una sola vez.

A los 6’ de acción, Luis Miguel Noriega lanzó un tiro centro que se paseó por toda el área y fue precisamente Cámpora quien, barriéndose, llegó a cerrar de pie izquierdo para inaugurar el marcador.

Posteriormente, a la media hora de acción, ‘Chaco’ Giménez perdió un balón en la salida a manos de Jorge Damián ‘Ruso’ Zamogilny que se transformó en el 2-0 para los locales tras un potente disparo para vencer al ‘Condor’ Calero.

Parecía que la tarea estaba hecha, sin embargo, los goles de Giménez y Leobardo López, al 2’ y 15’ del segundo tiempo respectivamente, silenciaban un abarrotado Estadio Cuauhtémoc.

Con el 2-2, la tensión era innegable. Pasaron 7 minutos para que en un tiro de esquina, Joaquín Velázquez se lanzara con todo lo que tenía para poner de nueva cuenta a los poblanos al frente. Poco le importó al entonces capitán la fractura de nariz que sufrió producto de esa jugada.

Puebla se volvió imparable en ese momento. Al 32’, Hiber Ruíz metió una pelota al área para que Cámpora se anticipara a Gabriel Caballero y cruzara al arquero para extender la ventaja a dos tantos. El éxtasis se manifestó en todo el reciento mientras que el argentino se desprendía de la camiseta 9 y se fundía en un abrazo con sus compañeros de la banca.

Diez minutos pasaron y, en una jugada donde tocaron el balón por toda la cancha, Andrés Nicolás Olivera habilitó a Cámpora quien esta vez definió de parte externa para sellar su hat-trick. Su júbilo lo llevó al banquillo para agradecer a su técnico por la confianza. El 5-2 a favor eliminó el margen de error para el más acérrimo rival y los Tiburones Rojos acabarían por perder la categoría el viernes siguiente al caer ante Pumas.

Tuvieron que pasar 3079 días para que un jugador del Puebla se volviera a despachar con tres anotaciones en un partido. La gesta comandada el pasado sábado por Álvaro Navarro en el Morelos, al igual que la de aquella tarde de abril, es una que pocos aficionados camoteros podrán olvidar.