El retiro de Rafael Márquez Lugo del futbol profesional es una pena. El atacante que tuvo una lesión en la rodilla que jamás pudo superar decidió dejar las canchas por las buenas antes de que pudiera agravarse más la herida y seguir viviendo de las esperanzas del futbol, que a veces puede ser bastante rencoroso con los que lo practican.

Márquez Lugo empezó su carrera en Pumas de la UNAM, aunque ese camino fue mucho más difícil de lo que él pensaba. A pesar de estar en fuerzas básicas de los auriazules desde los 6 años, para el ariete fue todo un calvario poder llegar a primera división y brillar con luz propia, como después lo podría hacer con otros equipos.

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El nacido en la Ciudad de México tuvo su primera oportunidad en una época de crisis en la institución. La salida de Rafael Amador en el Verano 2000 puso a una dupla inexperta al frente del equipo: Raúl Servín y Enrique Garay. El joven canterano entró por un desastre de refuerzo extranjero llamado Mauricio Donoso y apenas si pudo tocar el balón contra Rayados de Monterrey. La era Hugo Sánchez se acercaba, pero tampoco sería tomado tanto en cuenta por el ‘pentapichichi’.

En su etapa como universitario paso por las manos de Sanchez y Mejía Barón. Fue con el director bicampeón del futbol mexicano que obtuvo su primera anotación en el Invierno 2001 contra los Reboceros de La Piedad. Tristemente, fueron muy pocas las oportunidades ante refuerzos extranjeros como Emerson Dos Santos o Victor Muller.

Todavía aguantó dos años más en el seno universitario, donde en 39 partidos obtuvo 8 goles y nada de chances para demostrar su calidad. Simplemente, en el Clausura 2003, Márquez Lugo es transferido a Jaguares de Chiapas. El ofensivo se fue por la puerta de atrás del conjunto universitario, quizá con un poco de tristeza de que pudo haber sido todo un referente con más paciencia por parte de sus entrenadores.