Este que te habla soy yo, son mis recuerdos de la más dramática de las definiciones de penales que pueda nombrar. Era apenas un pequeño niño de 8 años, y pasado tanto tiempo jamás pude olvidar la felicidad de aquel instante. El Club Universidad estaba en la primera Final de mi corta existencia tras haber pasado tantos obstáculos, y después de realizar un torneo de ensueño, con un campeón goleador (Bruno Marioni con 16 tantos) y estar como sublíder en la Fase Regular, además de sendos golpes de autoridad que propinó al Atlas y Cruz Azul en la Liguilla.

No viví el encuentro desde el estadio, sería mentirte. De hecho no acudía con frecuencia, y naturalmente aquel partido como los demás, lo viví por televisión. Pero el sentimiento de la afición era algo que se contagiaba a través de la pantalla. Era una mezcla de cansancio y angustia. Cansados estaban porque hacía 13 años que no probaban las mieles de un dulce título. Angustiados por las pocas oportunidades que el equipo tuvo para definir en el tiempo regular y que desaprovechó. Todo se esclarecería desde los 11 pasos.

En aquella tanda los fantasmas de las noches grises en Ciudad Universitaria se fueron. Los felinos cobraron a la perfección cada uno de sus tiros. Jaime Jimmy Lozano, Joaquín El Jaibo Del Olmo, Joaquín El Capi Beltrán, Francisco Kikín Fonseca y Ailton da Silva colocaban sus nombres en los anales de la historia puma al engañar a Oswaldo Sánchez, que se lamentaba ante la incapacidad de detener algún cobro. Pero Sergio Bernal no ayudaba, no adivinó él los tiros y poco pudo hacer ante una calidad igual de notable de los tapatíos al ejercer los tiros de castigo. Adolfo El Bofo Bautista, Manuel Sol, Francisco Paco Palencia y Omar Bravo lo superaron con su colocación.

Llegaría el turno del quinto penal para las Chivas, y con él, del mayor vérdugo que ha tenido el Club Deportivo Guadalajara en el presente siglo. Rafael Medina mandaba su disparo por los aires, poniendo en órbita un balón que Sergio Ramos años después alcanzaría, mientras que el júbilo en el Estadio Olímpico Universitario se desbordaba.

Era el comienzo de un año de fantasía, que se complementaría más tarde con la consecución del Bicampeonato, el Campeón de Campeones y el Trofeo Santiago Bernabéu.

Queda la postal grabada en mi cerebro de un Kikín pletórico, en sus mejores tiempos, restregándole su acierto a Oswaldo.

La fanaticada chiva, alentada por los desplegados de su presidente, se burlaba de los universitarios desde hacía ya algún tiempo, burlas que cayó Ailton al ejecutar de forma divina su penal.

Revive esa épica definición por penales y el drama que estoy seguro que, así como yo, sentiste: