Viernes 20 de marzo, 2015.

Se acerca la fecha 11 del Clausura 2015, uno de los duelos más esperados por la afición jarocha. Dado el gran funcionamiento del equipo de Veracruz, a pesar de haber perdido el invicto ante Xolos apenas una hace una semana, se mantenían altas expectativas a cerca del enfrentamiento ante las Águilas del América, actual campeón del fútbol mexicano.

El equipo más odiado de nuestro país, causaba gran revuelo desde el comienzo de la semana. Todo el puerto jarocho quería ser parte de este evento y conseguir a como diera lugar aunque fuese un boleto para estar presentes en el Estadio Luis "Pirata" de la Fuente, y ver perder a tan odiado rival en cancha escuala, porque lo que hoy sobra en Veracruz es, la confianza.

Al fin, después de una larga semana, la espera culminó y desde muy temprano se podía respirar en el aire, esta, la llamada pasión por el fútbol. Llevando a cabo sus actividades cotidianas, niños, jóvenes, adultos; hombres y mujeres, estudiantes y trabajadores, portaban con orgullo la camiseta de su equipo. Las horas transcurrían lentamente para quiénes permanecían ansiosos; el tema de conversación en el café, la escuela, entre el chofer del camión y alguien que sería un pasajero, era el partido de esa noche, del "Tibu" contra el "Ame", así como de sus apuestas y pronósticos del marcador final.

Lentamente iba cayendo la tarde y con ello el clima caluroso del puerto comenzaba a sentirse más agradable, junto con esto las calles del puerto comenzaban a lucir solitarias, pues todos se dieron cita en el Coloso del Fraccionamiento Virgina, para alentar a su tan amado Tiburón, mientras que los aficionados que no lograron conseguir boletos, abarrotaron bares y restaurantes de la zona conurbada. Desde las afueras del inmueble el ambiente no se hacía esperar, la batucada, cánticos y hasta una botarga perdida de las Águilas, adornaban el lugar.

El astro rey cesó, dándole lugar a la luna, hasta este momento no se sabía que se convertiría en una noche mágica para Veracruz. Ambos equipos saltaron al terreno de juego, y el silvante dio comienzo a lo que posteriormente sería una noche amarga para el equipo rival. Mientras tanto, en las tribunas se convivía en un ambiente inmejorable, grupos de amigos, parejas, familias, disfrutaban del espectáculo.

Cuatro veces el tiburón devoró a las águilas, cuatro veces fueron las ocasiones que los fanáticos gritaron al unísono de gol, haciendo explotar el "Pirata" desbordando locura y pasión. Cuatro veces fueron las que los americanistas se lamentaban, sumidos en sus asientos, al mismo tiempo en el que dejaban de alentar a su equipo perdiendo totalmente la esperanza de que algo milagroso ocurriera.

La noche iba llegando a su fin, pero se había convertido en una noche mágica para los jarochos, para ellos el duelo se habría convertido en un carnaval, con sus cánticos, batucadas, sucumbiendo "olés" cada vez que su equipo tocaba el balón y celebrando con constantes olas que embellecían la vista del "Pirata".

Al final, la espera, las largas filas y los precios hasta los cielos por un boleto valieron la pena, se escuchaba que alguien decía a lo lejos...