Un partido que tenía un pronóstico reservado nos llevaba esta noche rumbo al Estadio Centenario de los Mochis a imaginarse un gran duelo entre los nocturnos de los Murciélagos y los Bravos de FC Júarez.

Al inicio del juego  los dos equipos esperaban la oportunidad para poder aplicar su juego, los visitantes querían la pelota pero no sabían de qué forma podrían pasar el gran muro defensivo. Los Bravos tomaban la iniciativa con centros que no llebavan peligro alguno, pero el cuadro de Sergio Orduña pensaba en algo más que un punto.

Antes del minuto 20, el cuadro equino mostraba superioridad en el campo, las bandas eran auténticos bulevares, pero a la hora de la definición había pólvora mojada para ellos, los nocturnos como podían sacaban cada balón.

Poco después el partido cayó en un bache de mal juego, demasiadas faltas, muchos reclamos, patadas por doquier, una cancha en mal estado, y para colmo, los nocturnos se quedaban con uno menos por la expulsión de Tristán al minuto 37 por una entrada artera por detrás contra Junior Dias.

Terminaba la primera mitad con la misma tonada: mucho roce físico, muy poco fútbol.

El complemento prometía más emociones, o por lo menos algún gol. Los nocturnos se mantenían en la misma línea defensiva buscando contragolpes además, los Bravos comenzaron a caer de nueva cuenta en el juego de las faltas, el perder tiempo y los centros sin mayor sentido.

Juárez intentaba con Fernández y Carrijo anotar del modo que fuera posible pero sus disparos del minuto 50 hasta el 75 eran muy lejanos al arco local, a pesar de la ventaja númerica los Bravos salieron muy tranquilos.

No hubo mucho que comentar después del minuto ochenta por lo que el partido quedo a deber en cuanto a fútbol. Ambos equipos se llevan un punto que le ayuda más al cuadro local.

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Sobre el autor
Gerardo Cano
De la tierra del camote. El fútbol no lo llevo en las piernas, lo llevo en el corazón.