Tarde/noche de fútbol en San Antonio, Texas, donde el equipo de los Estados Unidos recibía a México, un encuentro catalogado como el clásico de la CONCACAF, protagonizado por los dos equipos más ganadores de la zona. Como siempre, los Aztecas contaban con el apoyo de su afición que llenó el Alamo Dome, sumados a una gran parcialidad estadounidense en la que el grito de "Dos a cero" presagiaba lo que estaba por ocurrir.

Con un gran ambiente comenzaba el partido. El equipo de las barras y las estrellas arrancó con todo el cotejo, buscando de inmediato asfixiar a la parte baja tricolor; apenas al minuto tres, los vecinos del norte hicieron prescencia en zona de peligro, esto tras una triangulación entre Bradley, Diskerud y Zardes que por poco causaba estragos. México intentó responder al minuto 7, cuando Eduardo Herrera recibió un balón dentro del área el cual remató de voltereta, lamentablemente sin éxito.

El partido siguió desarrollándose bajo el dominio de Estados Unidos, que encontraba en Michael Bradley y Mikkel Diskerud a los tenores perfectos para adornar su juego; sumados a ellos se encontraba Yedlin, quien constantemente superaba por banda izquiera a un Velarde que lució muy impreciso durante el cotejo; por si fuera poco, la velocidad de Zardes y Morris conflictuaba a la central mexicana que resistió el abrumo por 25 minutos.

Pasado ese tiempo, México tomó el control del balón en mediocampo, itentando que Luis Montes construyera al frente pero sin mucho éxito; E.U se replegaba bien atrás y cortaba los circuitos, destacando la labor de Omar González y Ventura Alvarado, quienes aticipaban cualquier intento, y por consiguiente, el partido se diluía sin peligro. México tuvo la más importante el 39', cuando tras un desborde por derecha de Gerardo Flores, Lalo Herrera remató de primera apenas desviado del marco de Rimando. Sobre el final del primer tiempo, el partido se trabó aún más, teniendo incluso roces entre el Cubo Torres y Omar González que no pasaron a mayores. Así llegaba el descanso.

Tras la pausa, de nueva cuenta Estados Unidos salió con todo al frente, obteniendo frutos al 48', cuando Michael Bradley volvió a combinarse con Zardes, quien ayudado de un rebote en Mario Osuna, asistió a un Morris que definió con mucha clase ante la salida de Cirilo Saucedo, poniendo así el primer gol en la cuenta norteamericana, coronando a su vez el gran partido del universitario de Standford.

Después del gol, el partido volvió a ver a México con la posesión del balón, sin que esto significara tener el partido controlado, pues el campeón vigente de CONCACAF no sufría ni un poco dada la nula productividad de los de blanco; al contrario, los dirigidos por Klinsmann buscaban aprovechar un balón largo con la velocidad de sus hombres al frente, tal como sucedió en el 71', cuando Juan Agudelo bajó con categoría un trazo de más de 40 metros y encaró a una débil marca mexicana que le permitió disparar desde fuera del área, batiendo a un Saucedo que atajó mal el balón y se comió el segundo tanto. El #DosACero con el que Estados Unidos suele vencer a México en su territorio, volvía a aparecer.

Con una oleada de cambios, México no supo sacar el partido del escenario planteado por el timonel alemán, y de a poco vio como el tiempo pasada hasta agotarse y señalar la finalización del partido, sin nada más interesante que contar, cerrando con listón negro una pésima exhibición del combinado nacional.

Así, México sigue sin derrotar a Estados Unidos desde la final de Copa Oro en 2011, y genera la preocupación de un entorno que marca como obligación ganar la próxima edición del citado certamen para poder calificar a Copa Confederaciones, y de no hacerlo, constituiría el primer gran fracaso en la era Miguel Herrera. Por su parte, los norteamericanos confirmar que tanto su liga como su Selección siguen pasos firmes hacia un futuro brillante.

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