La última sanción de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) a su homóloga de México fue de poco más de medio millón de pesos por gritos “homofóbicos” en un partido oficial ante Honduras. Ya saben, el cántico celestial que llena de orgullo a los mexicanos por su exportación al continente entero: “eeeeeeeeeh, p$&70”, y que cada vez le cuesta más pena que gloria a los dirigentes tenochcas.

A Chile ya lo castigaron también con más de un millón de pesos y un partido de veto en casa, lo que va en detrimento de los propios andinos ya que la eliminatoria de Sudamérica es de las más difíciles en el mundo. Aunque el bicampeón continental tiene grandes figuras como para salir adelante.

Pero, más allá de que en realidad sea homofóbico o no (eso lo dejaremos en otro momento), la cultura mexicana parece que funciona a la inversa. Díganle que no debe hacer eso y parece que le picas el… orgullo para hacerlo más  y mejor. Sin estudios antropológicos que lo confirmen pero con la simple observación del aficionado común que va a los juegos del Tricolor, se puede notar que disfrutan “molestar, bromear, echar carrilla, castrar” al adversario. Realmente les gustan alzar las manos y cantar al unísino como un rito de conjunción de masas e identificación. Contra eso va la Federación.

Contra una cultura popular que data de muchos años, con un sentido de integración y pertenencia a un colectivo que comparte los colores, las cervezas y el grito de identificación nacional. Y ante ello, Femexfut se está viendo muy lenta.

Su campaña de tolerancia nunca funcionó. Los trabajos que han hecho no dan resultados palpables. Los pensadores que tiene como asesores de imagen nada más no hacen bien su trabajo. Básicamente, a los creativos no les sale nada.

A ver hasta dónde llega esto porque la primera reacción es llevarse los juegos de local del Azteca, como si Monterrey, Guadalajara, Veracruz, Tijuana, Torreón, etc., no fueran parte de nuestro país y no “atacaran” con el “grito de guerra”.

Botepronto: Ya llegó Reinoso. Dice que va a regresar valores. A ver cuántos carros regala este final de torneo.

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Aser Oropeza
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