La tarde pintaba para un encuentro memorable, nada mejor que el futbol americano para unir a las familias, amigos y conocidos. Las carnes asadas y hamburguesas se freían en el asador, esperando un juego con tanta intensidad como el calor de las brasas.

La belleza característica de las regias no podía faltar como en cada juego.

Los Auténticos Tigres calentaban en la casa del rival, con la esperanza de humillarlos ante su propia gente. La indumentaria azul y oro esperaban por el choque universitario.

Mientras tanto, el reconocimiento para el equipo ganador reposaba ante la inminente batalla que estaba a punto de comenzar por conseguirlo.

A la espera de los jugadores, el grupo de animación del Tecnológico de Monterrey ansiaba con júbilo por el inicio del encuentro.

Y así saltaban a la cancha los gladiadores albiazules que estaban dispuestos a todo por conseguir la victoria en el terreno de juego, con su gente y en su casa todo pintaba para que de nueva cuenta obtuvieran la victoria.

Estaba todo listo para que cada equipo diera absolutamente todo por sus colores. Y así, uno a uno, cada guerrero saltaba al terreno de juego con banderas portadoras de su escudo bordado y su orgullo intacto. De a poco hicieron sentir un rugido que los identificaba en compañía de su fiel hinchada.

Sin embargo los Borregos hicieron vibrar a sus fieles seguidores, todos enlazados de las manos saltaron a la cancha del denominado “Palacio de las Bellas Artes” para una edición más del clásico estudiantil regio.

Los rectores de cada universidad se saludaron animosamente y dieron inició al encuentro.

Los jugadores se abrazaron sin importar los colores que defendían, seguido el himno nacional mexicano hacia vibrar una vez más al Tecnológico.

Y así iniciaba todo, una nueva edición exactamente la 84.

Finalmente los Borregos de Tecnológico de Monterrey se levantaron con una victoria de 19 – 7 a los Auténticos Tigres de la UANL, levantando el reconocimiento del clásico estudiantil regio.