El amor, una de las principales razones que arroja al ser humano por el camino de la aventura, el arrebato, la osadía y lo extraordinario. Y así, de esta misma manera, es que el deporte se envuelve en este fascinante pasaje romántico y nos otorga recuerdos, postales y travesías tan perfectas como insospechables.

El amor perfecto existe. Basta con pensar en Román Riquelme y la pelota, Francesco Totti y la Roma y en el Borussia Dortmund con su primera ‘Orejona’. O, mejor aún, la historia entre la raqueta y Santiago González, un enamorado eterno del Abierto de Acapulco quien sueña con poner el nombre de México muy en alto.

Sin embargo, no todo es felicidad absoluta. Existen infidelidades que nos dejaron marcados y que, en algún momento, nos hicieron perder los estribos. ¿Y qué decir de aquellos noviazgos que, según nosotros, nunca tendrían final? Amores y desamores, decepciones, idilios que mejor nunca hubieran existido.

El amor y el deporte están ligados uno al otro. Son uno solo. Van y seguirán yendo de la mano por siempre; sin embargo, como dice ‘La Reimers’, necesitamos historias de éxito en el deporte.

Sí, necesitamos cuentos, leyendas y mitos que nos enamoren cada día, que nos hagan creer que el amor existe y que el camino al éxito está rodeado de él

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